Estos
días las ventanas brillan con luces intermitentes; las fachadas delas casas se
cubren de colores y se adornan con cadenetas, campanitas y arbolitos; los
villancicos alegran los corazones de niños, jóvenes y adultos. Todos estos preparativos
constituyen el preludio y el anuncio de la cercanía de la Navidad. ¡La Navidad,
qué celebración más hermosa! En el Perú, como en otros países, esta es una
fecha que, sin duda, une a las familias en amor, paz y armonía.
Es
grato poder disfrutar de la sonrisa y alegría de cada niño al recibir un regalo
que es entregado con amor; el cual, no necesariamente, puede ser material. Una
visita, una sonrisa, un abrazo, un beso y hasta un “te quiero”, pueden
conformar el saco de obsequios más preciado para una persona.
No
necesitamos buscar el regalo más sofisticado, novedoso o más costoso, porque el
verdadero regalo es el amor y la unión familiar.
Es
este el verdadero regalo, que más se asemeja a la fe del Niño que nació en
Belén de la manera más humilde; seguramente, al igual que muchos niños de
nuestro país, que nacen en los sitios más recónditos, sin lujos ni comodidades;
pero que, al final, siempre que llega la Navidad, renuevan sus esperanzas de
recibir un futuro mejor.
Sin
embargo, muchos de ellos crecen sumergidos en un ambiente de violencia, con
carencia de valores. Por eso es necesario fomentar en nuestros hijos la
importancia de compartir en familia y sentirse parte de ella; y, por ende,
parte de esta gran familia, la nación peruana.
En
Ymagen, queremos aprovechar esta fecha, que nos llena el corazón de
bondad, para levantar nuestros mejores deseos y decirles:
¡Feliz
Navidad!, y que esta algarabía se repita durante todo el siguiente año.
¡Felicidades!
Ana Gladys Arce
Gerente financiero
Gerente financiero
Cartas
Amielcha, nuevamente felicitaciones por la revista y por tu
permanente esfuerzo por promover el arte y la cultura. Este es un nuevo
esfuerzo que emprendes y te deseo el mejor de los éxitos en el camino que te
espera.
Ha sido intenso volver a revisar mis apuntes y conversar con don
Santiago. Me cuesta pensar que iré al Cuzco y no lo voy a ver;
igual que a la Agripinacha, que me hace falta, y ahora al Negro, que se
escondió, como dijo el Tío anoche. Todas esas ausencias me remueven en estos
días; por eso, creo que no debemos dejar nada para más tarde. No debe quedar
nada pendiente, porque de pronto ya no estamos. Esos apuntes sobre Santiago
estaban casi perdidos entre mis archivos y ahora me alegra que tengan un sitio
en la revista para compartirlos.
Miguel Rubio
Liliana Quinto Laguna
Amiel,
¡felicidades, por este aporte al
arte y la
cultura!
El jueves a
las 16:05 • Me gusta
Luciano Víctor Olazabal
Castillo
Buena,
maestro, y sobre todo por el
artículo de
Humareda.
El jueves a las 18:04 • Me gusta
“Mientras
estaban en Belén, llegó para María el momento del parto y dio a luz a su hijo
primogénito. Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, pues no había
lugar para ellos en la sala principal de la casa” (Evangelio de Lucas 2:6-7).
En todo el mundo se celebra la
Navidad. Esta es una fecha especial, que nos recuerda el nacimiento de Jesús,
el Hijo de Dios, nacido del vientre de la Virgen María, su madre. Pero nadie da
fe de que este acontecimiento haya ocurrido exactamente el 25 de diciembre, ni
en las Sagradas Escrituras hay mención de una fecha exacta para el nacimiento
de Jesucristo. Esta fue reconocida oficialmente en el año 345, por el Papa
Julio I quien, influenciado por San Gregorio y San Juan Crisóstomo, proclamó el
25 de diciembre como la fecha de la Natividad.
Pero hay otras teorías que explican el
origen de esta celebración. Según defiende William J. Thige, ya en el siglo III
se celebraría el nacimiento de Cristo el 25 de diciembre, mucho antes de que
los romanos celebraran la fiesta del Sol Invencible (Sol Invictus).
Dicha celebración fue adoptada por la Iglesia católica para poder permitir la
conversión de los pueblos paganos al cristianismo. Sin embargo, los primeros
discípulos de Cristo (llamados posteriormente cristianos en Hechos 11:26) no
celebraban la Navidad.
Las divergencias con respecto a la
fecha de nacimiento de Cristo han hecho que se adopte el 25 de diciembre como
la oficial de su natalicio y el 6 de enero como la Epifanía (esta todavía se
celebra en países como Argentina, Armenia, España, Ecuador, Perú, Paraguay,
Puerto Rico, República Dominicana, México, Colombia, Chile, Uruguay y
Venezuela).
Algunas tradiciones respecto a la Navidad,
particularmente las que provienen de Escandinavia, tienen su origen en la
celebración germánica de Yule, como es el caso del árbol de Navidad. Allí a
esta celebración se le conoce como Yule.
En la Edad Media, la Iglesia añadió el
Nacimiento y los villancicos a sus costumbres. En esta época, los banquetes
eran el punto culminante de las celebraciones; aunque tuvieron un final abrupto
cuando, en Gran Bretaña, los puritanos prohibieron, hacia 1552 la celebración
de la Navidad, fiesta que volvió a Inglaterra en 1660 con Carlos II.
Otro personaje que, sin duda, merece atención
y es infaltable en estas celebraciones es Papá Noel; nadie podría imaginar la
fiesta navideña sin la presencia de este regordete y bonachón personaje.
Cuenta la leyenda que el Santa Claus original
fue un sacerdote nacido en Licya, y su verdadero nombre era Nicolás de Bari (s.
IV d. C.). Vivía en un pueblo de la antigua Turquía y su aspecto era contrario
al que se le conoce actualmente; era más bien una persona delgada y de elevada
estatura. Su devoción habría surgido a raíz de que se enteró que una familia pasaba
por severos percances económicos y no les era posible reunir la dote para su hija,
que estaba próxima a casarse.
Nicolás, conmovido, entró una noche a
la vivienda sin que nadie se percatara y dejó cerca de la chimenea tres bolsitas
de dinero, el suficiente para que la familia pudiera celebrar la fiesta. Esto
hizo que el supuesto milagro popularizara la costumbre de intercambiar regalos
en esta fecha.
Sin embargo, la imagen de la que hoy
goza Santa Claus, se la debemos al arte del caricaturista norteamericano Thomas
Nast (1863-1886), quien publicara un dibujo de este personaje con aspecto
regordete y barba blanca en la revista Harper´s Weekly. Es a partir de
entonces que se popularizara la imagen que actualmente conocemos de este famoso
personaje.
Todas estas tradiciones llegan al Perú
con la conquista y la colonización. Son innumerables las muestras en el arte de
las pinturas de distintas escuelas, donde se muestran imágenes que narran
pasajes de las Santas Escrituras; todo esto con la finalidad de catequizar a
los nuevos pueblos conquistados y que adopten las creencias del cristianismo.
Con el devenir de los años, estas tradiciones se asentaron en todos los
pueblos, inclusive dieron origen a tradiciones muy propias, resultado del
sincretismo cultural; por ello, es posible que ahora encontremos celebraciones
muy particulares en Ayacucho, Chincha o Cusco, que adoran al Niño Dios con
bailes y cánticos muy peculiares, mostrando todo su arte al servicio de una fe
y devoción que se ha arraigado en estas tierras.
Sin duda esta fiesta atraviesa
fronteras y trasciende generaciones. Sea cual fuese la historia, la Navidad es
una fiesta que une costumbres, creencias y arte alrededor del nacimiento de
Jesús y es el valor que encierra este acontecimiento.
Aquellos años éramos inocentes y quizá ahora
sigámoslo siendo. Nos gustaba que llegara la Navidad para recibir regalos y
comer panetón pero, sobre todo, para armar el Nacimiento. Entonces nos
alistábamos con gran entusiasmo para, además de armarlo, poder divertirnos con
los juguetes, que no eran nuestros sino del “Niño”. Toda una aventura que hacía
brillar nuestros ojos hasta terminar de colocar la última oveja y echar el
pasto artificial. Luego, durante todas las noches, prendíamos los foquitos
musicales y encendíamos las luces de bengala para adorar al Niño, creyendo que
con tales chispas luminosas los juguetes cobrarían vida. Éramos niños y nos gustaba
serlo sobre todo en Navidad, hasta que fuimos creciendo; pero otros nunca
dejaron de serlo y año tras año esperaban —y siguen esperando— que llegue el
mes de diciembre para armar el Nacimiento.
***
Don Plinio Goyzueta Cáceres, natural de Lampa,
a sus ochenta y cinco años, sigue siendo uno de esos niños a los que les gusta
armar nacimientos; pero no cualquiera. El suyo tiene una juguetería que supera
las dos mil piezas, con la característica de que cada una de ellas no excede
los diez centímetros; todo sobre un área de cuatro por cinco metros cuadrados;
para que sus tres Niños: el de la Góndola, el de la Espina y el del Santo
Pesebre —de la artesanía cusqueña—, jueguen a sus anchas.
Cuando don Plinio tenía seis años también
quería jugar a sus anchas con los juguetes del Nacimiento que hacía su papá, en
su casa de Lampa, en una habitación a la que llamaban “el Oratorio”; pero esos
juguetes estaban “prohibidos” y nadie podía tocarlos. Plinito tuvo que hacer de
su pelota de cuero —bola de cristal—, y de sus carritos —diamantes sobre
ruedas—, sus más queridos juguetes.
En 1960, ya con familia e hijos, se trasladó
a Puno por motivos de trabajo. Es entonces que empezó a armar su Nacimiento;
primero con juguetes grandes, a cuerda, que poco a poco fue dejando de lado
para, desde 1965, especializarse en los de miniatura. Empezó a adquirirlos en
distintos lugares: en la Feria de las Alasitas, durante la Fiesta de las
Cruces, y en las distintas ciudades a las que viajó como parte de su trabajo en
la Compañía Rena Ware. “Siempre pensaba en el Nacimiento, y a sitio que iba, buscaba
y compraba miniaturas; no me importaba cuánto costara, porque lo importante era
incrementar los juguetes”, nos cuenta acaso como todo niño goloso.
Así, los 21 de diciembre empezaba la puesta
en escena. Ayudado por sus hijos Nelva, Gilmar y Plinio “Chico”, abría las
cajas del Nacimiento para luego desenvolver los juguetes e ir colocándolos
según el mapa que tenía trazado en mente. La faena duraba dos días, con sus
respectivas noches, entregados al gran teatro lúdico de la construcción. Con
los años, fueron los nietos los que ayudaron al abuelo.
Nuevos bríos, nuevos entusiasmos.
Pero el plan de don Plinio iba más allá.
Concibió su nacimiento como la creación de un corpus temático. Por un lado,
sectores dedicados a la costa, sierra, selva y mar del Perú; y, por otro, la
presencia de diversas especies de la humanidad: el hombre, los animales y las
flores.
De esta forma, en su Nacimiento se pueden
encontrar animales de la sierra y escenas del pastoreo andino; animales de la selva; el
mar y sus peces; sector de alimentos, vendedoras de frutas, curitas,
barrenderas, danzarines, sector de cristalería y porcelana, casas urbanas, el palacio
de Herodes y sus soldados, artesanías y cerámicas del Cusco, Pucará,
Huancayo, ciudades de la costa y otras importadas del extranjero. Mientras
que el cerco está compuesto por la colección de aquellos
tarjadores-adornos hechos de cobre, que imitaban los utensilios y artefactos eléctricos de
antes.
El nacimiento de don Plinio ha trascendido la
concepción católica, ya que también puede ser observado como un microcosmos de
las riquezas naturales del Perú. Una suerte de cartografía y representación,
sobre todo, del reino animal de la costa, sierra, selva y mar. De igual forma,
debido a su composición, también puede ser visto como una interesante colección
de miniaturas de diversas artesanías y cerámicas.
Al mismo tiempo, la cosmovisión andina no
deja de tener presencia; por ello que los cuatro cerros tutelares de Puno
—Cancharani, Laykakota, Azoguine, Machallata—, sean los extramuros que rodean
al Nacimiento, además de la sección de casas urbanas que muy bien pueden
encarnar a las ciudades del país en crecimiento y en donde algunos
espectadores, caprichosos, han querido reconocer, una representación de la
Urbanización Puno, donde se ubica la casa de don Plinio.
Tan importante como todos los juguetes, es la
uniformidad que le da un sentido estético a la obra. Componente que ha sido
cuidado al detalle. “Sin la uniformidad no se vería bonito”, insiste don Plinio.
Por ello que, en la década del ochenta, su Nacimiento fue reconocido y premiado
por el entonces INC Puno, con el primer lugar entre todos los de la ciudad. Los
periódicos locales también resaltaron la noticia. Don Plinio se sintió tan
feliz, tanto casi como cuando jugaba con su pelota de cuero y sus carritos.
Pero la noticia trajo también innumerables visitas a la casa, convirtiéndose en
un espacio de peregrinación de visitantes de toda edad y género, ávidos de ver el
Nacimiento. “Las puertas de la casa estaban abiertas a todos, porque me daba mucha
satisfacción y alegría que la gente viniera”, nos dice. Además, se daba el
trabajo de explicar el contenido de su obra.
No faltó un hurto. Una vez, después de la
visita de un profesor, don Plinio se percató de que en la sección de animales de
porcelana faltaba un perrito. Al otro día, buscó al profesor y le dijo, con
cierto humor: “Hasta ayer había un perrito, pero parece que se ha ido contigo”.
El hombre tuvo que admitir su falta, respondiendo: “Me llegó a gustar
terriblemente y ya no tuve tiempo para decirte que me lo regales”. Al final,
ese perrito tuvo que ser “regalado”.
Si tuviera que ponerse un precio al Nacimiento
de don Plinio, él mismo no lo sabe. Con cierta vacilación calcula que podría
costar unos treinta mil soles, pero aclara que esa cifra es la que ha podido
haber gastado desde que empezó a comprar los juguetes. Afirma que su verdadero
valor está en el sacrificio, cariño y esfuerzo que le ha puesto. Y tiene razón.
***
Cuando visitábamos la casa de don Plinio para
conocer el Nacimiento del que todos hablaban, nuestra imaginación de niños nos
hacía ver mucho más de lo que había allí.
Descubríamos mundos diferentes y anhelábamos
estar dentro de ellos. Queríamos convertirnos en miniaturas para hacer una
travesía por esos reinos llenos de aventuras. Nacía en nosotros un sentimiento
de envidia por aquellos “Niños” que tenían todos esos juguetes a su
disposición. Quizá por eso, una vez, antes de salir de la casa escuchamos que
el Niño del Santo Pesebre nos decía, casi a hurtadillas: “¡Oigan, no se lleven
mis juguetes!”. Y nosotros, sonrojados ante don Plinio, tuvimos que salir
corriendo e irnos con la conciencia (in)tranquila.
HATUN PHAUSA,
UNA CATEDRAL EN LAS ALTURAS
Amiel Cayo
De niño he escuchado muchas historias que me contaban mis abuelos y amigos mayores; seguramente, las mismas que ellos también escucharon de otras personas. Estas extraordinarias narraciones hacían alusión a seres que habitaron el altiplano puneño mucho antes de que nuestra raza llegara a poblar estos lugares. Estos seres eran los llamados “gentiles”, que habitaban en la oscuridad de la noche, hasta que un día salió el sol y quemó sus frágiles cuerpos. También había otros seres gigantes, que portaban en sus manos látigos con los cuales hacían caminar a las piedras, ordenándoles que se ubicaran en las montañas adoptando caprichosas figuras. El Hatun Phausa parece haberse formado, justamente, en esa época de estos seres gigantes, que ordenaron a la roca tomar forma de útero materno y desde lo alto, cual esperma, deja caer el agua para fecundar la tierra.
De niño he escuchado muchas historias que me contaban mis abuelos y amigos mayores; seguramente, las mismas que ellos también escucharon de otras personas. Estas extraordinarias narraciones hacían alusión a seres que habitaron el altiplano puneño mucho antes de que nuestra raza llegara a poblar estos lugares. Estos seres eran los llamados “gentiles”, que habitaban en la oscuridad de la noche, hasta que un día salió el sol y quemó sus frágiles cuerpos. También había otros seres gigantes, que portaban en sus manos látigos con los cuales hacían caminar a las piedras, ordenándoles que se ubicaran en las montañas adoptando caprichosas figuras. El Hatun Phausa parece haberse formado, justamente, en esa época de estos seres gigantes, que ordenaron a la roca tomar forma de útero materno y desde lo alto, cual esperma, deja caer el agua para fecundar la tierra.
Camino al lado oeste de Puno, por la carretera
Panamericana que une a este departamento con la ciudad de Arequipa, llegamos a
Santa Lucía, principal y activa ciudad de la zona, formada principalmente por
gente migrante, que se asentó en el lugar por el trabajo que ofrecen las
compañías mineras.
Santa Lucía es una ciudad de paso obligado,
tanto para el transporte terrestre como el ferroviario. Aún tengo el recuerdo,
de hace unos años atrás, cuando funcionaba el servicio de tren de Puno a
Arequipa. Pasar entonces por Santa Lucía, significaba hacer un alto, respirar y
tomar un mate de anís caliente que ofrecían las vendedoras del lugar. Sin
embargo, muy pocos saben que Santa Lucía tiene lugares sorprendentes, poco
conocidos por el turismo.
Siguiendo por la Panamericana, pasando el
kilómetro 53, antes de dar vuelta a la curva, por un desvío se ingresa al
antiguo campamento de la mina Limón Verde, hoy tomado por la Universidad
Nacional del Altiplano como centro de investigación. Cruzamos el río por un
puente metálico que nos lleva hacia una pampa, donde un letrero indica que ahí
se encuentra el llamado Hoyo Solar. De no ser por el aviso, este pasa
desapercibido. Este hoyo es una falla geológica que encierra un misterio: no se
sabe exactamente, cuándo, quiénes o qué lo hizo. Según los pobladores, en ese
lugar, en épocas muy antiguas, cayó un meteorito del espacio exterior, y formó
este gran hoyo de quince metros de diámetro, aproximadamente. Lo singular de este
forado es que en época de lluvia se mantiene seco, no se acumula casi nada de
agua; sin embargo, en época de sequía se llena de agua. Aún falta realizar un estudio
científico para develar muchas incógnitas que encierra este lugar.
![]() |
Hoyo solar |
Continuando el recorrido, a veinte minutos en
vehículo, la presencia de cerros con caprichosas formaciones rocosas, nos avisa
de que nos aproximamos al gran peñón de Kayachira. Un imponente monolito pétreo
natural, del tamaño de un edificio de veinte pisos, aproximadamente, en cuya
base encontramos una inmensa cueva, que en tiempos anteriores seguramente
sirvió de refugio y vivienda a los primeros pobladores del Altiplano.
Actualmente, los pastores de alpacas lo utilizan para guarecer a sus animales
en temporadas de lluvia o friaje.
El paisaje es propio de las zonas altas del
Altiplano, casi nada de vegetación. Solo el ichu, que pinta de amarillo las
pampas y los cerros, crece en de ese paisaje desértico. Las grandes montañas
emergen del suelo como si alguien o algo las hubiera empujado hacia la
superficie, lo que claramente se aprecia en las formaciones rocosas que se
encuentran en sus paredes. El cielo despejado y de un azul intenso nos acompaña
durante el recorrido, ocasionalmente se pueden ver rebaños de alpacas pastando
en los ricos bojedales y, de vez en cuando, cruzamos pequeños riachuelos que atraviesan
la pampa.
![]() |
Peñón de Kayachira |
Siguiendo la ruta después de dejar atrás
Kayachira, llegamos a una especiede estacionamiento vehicular que determina el
final del camino carrozable, porque de ahí en adelante es necesario seguir la
ruta a pie. Ingresamos a una especie de cañón, flanqueado por enormes paredes
rocosas y que es atravesado, casi a la mitad, por el río de aguas cristalinas
que descienden desde lo alto de las montañas. Encontramos entonces un camino, que
ha sido recientemente mantenido para tener acceso fácil a nuestro destino
final. El sonido del agua que se estrella en las rocas nos mantiene en permanente
calma, en las laderas de los cerros se sostienen caprichosamente algunas
plantas espinosas y otras de flores amarillas; el cañón parece crear un
microclima especial, lo que hace posible el desarrollo de este tipo de plantas
que no se encuentran en otras zonas de Santa Lucía.
Ascendimos casi hasta los 4020 msnm, entonces
distinguimos poco a poco la catarata del Hatun Phausa, similar a un collage de
fotos en secuencia. Al llegar a nuestro destino, nos recibe el estruendo de las
aguas que revientan en la base del suelo y levantan un polvillo fino, creando
una suave neblina que se evapora conforme asciende hacia las rocas altas. Desde
lo alto, como si se tratara de una especie de garganta, cae en vertical el agua
hasta la base de la catarata. Es una caída de más de ciento veinte metros. Una
vez dentro del corazón de la montaña, labrada por milenios por el agua, uno se
siente como si estuviera dentro de una catedral gótica: las paredes rocosas
parecen envolvernos como un útero materno. En la base se distingue claramente
un altar de roca natural, como una mesa de ofrendas donde rebota el agua.
El nombre de Hatun Phausa no tiene una traducción exacta o, tal vez, esta antigua palabra quechua perdió su significado, con el paso del tiempo. Mas, algunos pobladores afirman que phausa es una palabra onomatopéyica, que representa el sonido del agua al caer al suelo; sin embargo, otros afirman que significa ‘gran caída de agua’ o ‘gran catarata’. Cualquiera sea el significado, este lugar no deja de sorprendernos como una maravilla que la naturaleza nos regala y que se merece conocer.
El nombre de Hatun Phausa no tiene una traducción exacta o, tal vez, esta antigua palabra quechua perdió su significado, con el paso del tiempo. Mas, algunos pobladores afirman que phausa es una palabra onomatopéyica, que representa el sonido del agua al caer al suelo; sin embargo, otros afirman que significa ‘gran caída de agua’ o ‘gran catarata’. Cualquiera sea el significado, este lugar no deja de sorprendernos como una maravilla que la naturaleza nos regala y que se merece conocer.
En la ciudad
de Juliaca se toma unos minibuses, tipo combi, que salen de su paradero frente
al Cementerio General. En aproximadamente cuarenta minutos se llega a la ciudad
de Santa Lucía; ahí se puede tomar un taxi que los lleve a realizar el
recorrido, que dura alrededor de los cuarenta y cinco minutos a una hora.
RECOMENDACIONES
• En vista de
que este circuito no es conocido por operadores turísticos, se recomienda
solicitar en el edificio de la Municipalidad la ayuda de algún poblador local que
los pueda guiar.
• Debido a la
altura en que se encuentra Santa Lucía, es imprescindible realizarse un chequeo
médico previo, para evitar los problemas de salud; además de llevar los
medicamentos recomendados para el mal de altura.
•Si se visita
durante los meses de diciembre a abril, se debe considerar llevar ropa adecuada
por las precipitaciones fluviales. Por su parte, en los meses de mayo a
noviembre, se necesita un sombrero para protegerse del sol. En ambos casos, se
requiere de ropa abrigadora.
EN MEMORIA DE DON SANTIAGO ROJAS
Miguel Rubio Zapata(*)
Santiago Rojas, cusqueño, paucartambino de nacimiento, aprendió desde pequeño el oficio de las máscaras al lado de su padre. Don Santiago, gran maestro de la artesanía, es el creador de las máscaras que identifican a los personajes de la Fiesta de la Virgen del Carmen, en Paucartambo. “Mi padre hacía máscaras para el Baile de los Viejos (machutusuj), desde chico lo vi trabajando. Yo comencé a hacer máscaras porque ya nadie quería bailar de Diablo en Paucartambo, no había quién se animara, entonces nos reunimos en asamblea y acordamos sacar la comparsa. Yo tenía que hacer las máscaras y he pensado mucho en cómo hacerlas y de tanto pensar hasta tuve un sueño: una máscara me apretaba el pecho, hasta que quedé sonámbulo.
Santiago Rojas, cusqueño, paucartambino de nacimiento, aprendió desde pequeño el oficio de las máscaras al lado de su padre. Don Santiago, gran maestro de la artesanía, es el creador de las máscaras que identifican a los personajes de la Fiesta de la Virgen del Carmen, en Paucartambo. “Mi padre hacía máscaras para el Baile de los Viejos (machutusuj), desde chico lo vi trabajando. Yo comencé a hacer máscaras porque ya nadie quería bailar de Diablo en Paucartambo, no había quién se animara, entonces nos reunimos en asamblea y acordamos sacar la comparsa. Yo tenía que hacer las máscaras y he pensado mucho en cómo hacerlas y de tanto pensar hasta tuve un sueño: una máscara me apretaba el pecho, hasta que quedé sonámbulo.
Así, de tanto pensar, me puse a hacer los
moldes de barro para mis primeras máscaras que fueron de saqras. Con
expresiones rabiosas,hice tigres y pumas con culebras saliéndoles de la boca,
sapos en la frente, arañas y hasta un elefante, con un negrito que se estaba
enroscando en su trompa. Eran máscaras de sombrero de paño con ojos de vidrio,
de focos de luz, los dientes eran colmillos de espejos. Las vendía a veinte soles
y les pareció muy caro. Los saqras van por los techos porque la Virgen no
quiere ver al Diablo”.
Visitar a don Santiago Rojas ha sido para
mí un ritual personal cuando voy al Cusco. Ahora me cuesta pensar que ya no está,
que no lo voy a encontrar en su taller de la calle Suytuccato 715, en el barrio
de artesanos de San Blas, ni en su casa. Don Santiago, también perennizó los
personajes de la Fiesta de la Mamacha Carmen en pequeñas esculturas, donde
podemos ver a los danzantes con sus trajes completos y accesorios. Gracias a
esos trabajos, sabemos de la transformación de estos personajes en el tiempo y
vemos cómo se han modificado. Este registro de la iconografía de todo el
personaje demuestra que don Santiago tenía muy claro que, enmascararse, no solo
es cubrirse el rostro, sino que involucra toda la indumentaria del danzante; incluyendo
máscara, peluca, pañuelo, guantes, entre otros.
Un requisito para confeccionar una máscara
es conocer en detalle lo que el personaje hace, cuenta y representa; por eso,
cuando hablábamos de sus máscaras siempre se refería al personaje como un todo,
con las características de cada uno de ellos y cómo esto repercutía en su
confección. “Los majeños –decía– representan a los arrieros borrachos;
comerciantes que venían de Majes a Paucartambo trayendo un licor dulce para
vender y ellos, a cambio, se llevaban el qosñipata, que es un licor de caña. El
chucchu o palúdico aparece picado por los moscos; son tuertos, hinchados por el
paludismo; representan a los que iban al valle a trabajar, se encontraban con
esa enfermedad del paludismo y morían cerca de Tres Cruces. Los envolvían en
unas frazadas y los enterraban en el camino. Hay un personaje que es el Viejo,
que lleva dos árboles como bastones y le da terciana, otro le hecha aire y
detrás va una enfermera que los persigue”, explica a grandes rasgos el
significado de algunas de ellas.
Don Santiago solía tener sobre la mesa de
su taller varias máscaras de materiales diversos: de yeso, de sombrero de
fieltro, de papel encolado, etc., y variados motivos: de negro, de sagras, de
damas, de caporal de contradanza, entre otros. Era una manera de tenerlas cerca
para ponérselas y hablar de ellas con todo su cuerpo. Así, se ponía una de
maqta (‘joven’) y decía: “Es jocoso, travieso y va haciendo reír a la gente”, o
una de Diablo y daba algunos pasos de la danza: “[…] nosotros ensayábamos de
paisanos y después nos poníamos la máscara; entonces salía diferente”. Me quedo
pensando en cómo su noción de mascarero es integral, porque no solo incorpora
el vestuario y los accesorios, sino que evoca en su cuerpo el cuerpo del
danzante.
–¿Qué
danzas ya no hay en Pucartambo?–le pregunté una vez y me respondió de
inmediato:
–“Los
quiscacakaq, que tenían en la espalda un pellejo de cuero y sobre él cargaban
un espino. La gente se corría para no chocarse con las espinas. También los
supapka, que cargaban unas bolsas; otro era el barbero, que se acercaba a la gente
y le cortaba la mitad del pelo, o la mitad del bigote, y la gente se corría.
Los herreros que bailaban con sus herramientas iban golpeando hierros y también
hacían fogatas.
–¿Todos llevaban máscaras?
–Sí, todos.
Don Santiago me contó que había por ese
entonces, en Paucartambo, un subprefecto muy abusivo, que se apellidaba algo
así como Perdiz. Él, como una secreta venganza, hizo una máscara de majeño con
su cara, cosa que no le gustó al señor Perdiz y, en plena fiesta, una pareja de
guardias se lo llevaron ante la autoridad. El subprefecto, cuando estuvo ante
él, le dijo: “Así que este es el bandido que ha hecho mi careta”.
–Y
me metieron al calabozo. La gente, los de la comparsa y la del pueblo, se
movilizaron y lograron sacarme.
Muchas historias, muchos recuerdos se me
agolpan ahora que lo evoco. Santiago, maestro querido, gracias por la obra que
nos dejas. Tus máscaras seguirán bailando en Paucartambo para celebrar a la
Mamacha Carmen. Allí te recordaremos siempre.
![]() |
Majeño, personaje que representa a los arrieros comerciantes de alcohol |
* Miguel Rubio Zapata es director, maestro e innovador
teatral. Dirige al grupo Cultural Yuyachkani, creadores de las más
representativas obras de teatro, que son patrimonio cultural del país. Ha
escrito los libros: Notas sobre teatro, El cuerpo ausente (performance y política), Raíces y semillas (maestros y caminos del teatro en América Latina).
SIGNIFICADO DE REGALAR EN NAVIDAD
Dr. Frailán M. Flores Castañeda
Psicólogo
C.Ps.P. 6169
Pongámonos a
pensar en el significado que puede adoptar un simple tronco de árbol, seco y
apolillado, en diferentes circunstancias. Desde un objeto inservible que debe
ser desechado, para muchos; hasta un instrumento de salvación para otros, solo
imaginémonos ese mismo tronco en medio del mar, cuando alguien se está
ahogando.
Es que ese
alguien vería en ese tronco seco, algo a qué aferrarse para lograr su salvación:
un salvavidas, un flotador que le permitiría respirar un poco más y seguir
“viviendo”.
Sírvanos este
ejemplo para relacionarlo con la fiesta navideña, donde el verdadero espíritu
de paz, amor y esperanza, en muchas ocasiones, queda en un segundo plano; así
tendremos casos en que…
• La Navidad
se resume solo a un regalo. Y el regalo se convierte en el flotador para
aquella familia en donde el padre está cada vez más distante y ausente de sus
hijos.
• Los regalos
navideños tienen numerosos significados y sentidos, que son particulares a las
personas. Por lo que sea, dicho acto, por lo menos en forma transitoria, logra
que las personas se sientan bien. Sin embargo, en honor a la verdad, cada
persona busca no solo cumplir con una tradición, sino en estabilizar sus
propias emociones y las ajenas.
• El regalo
genera un efecto placebo, que nos impide en estas fechas darnos cuenta y reflexionar
sobre las dificultades que encuentran algunos padres actualmente para
comunicarse e interpretar los sentimientos, tanto propios como de los demás.
Dificultades a las que los psicólogos llamamos “incapacidad para intimar y
ponerse en contacto con nosotros mismos y con los demás”.
E
inconscientemente dejamos de mirarnos y mirar nuestro entorno familiar,
distanciándonos emocional y afectivamente de aquellas situaciones de las que
nos toca hacernos cargo, y en las que realmente debemos involucrarnos emocional
y afectivamente. Privilegiando el regalo, e impidiendo a los niños aprender
nuevas y diferentes formas de expresar sus sentimientos, en situaciones propias
de la sociedad en la que nos hallamos inmersos. En donde cada vez tenemos menos
espacio para “el nosotros”; por el alto compromiso afectivo y emocional que este
“nosotros” implica, y nos quedamos solo en el “Yo” y el “Tú”.
Es importante
analizar y reflexionar sobre cuál es la relación entre el regalo y las
emociones. Sobre todo ahora en que muchas personas están expuestas a situaciones
adversas, generadoras de ansiedad, estrés, frustración, ira, negación y
represión.
Dentro de una
sociedad consumista, más preocupada por el “hacer y tener”, que por el
desarrollo del “ser”, y en donde el regalo compensa nuestra inhabilidad para
intimar y nuestra incapacidad de ponernos en contacto con el otro ser humano.
Cada vez somos más impersonales, cada vez nos involucramos menos con el otro
ser humano; por lo tanto, nuestras relaciones están expuestas a esa sensación
existencial de “vacío” y “soledad”. En esta fecha se pretende, por medio del
regalo, compensar ese “vacío” (en lugar de compartir momentos que construyen historias
que nos llenan toda una vida).
Es de esta
manera que los patrones mal adaptativos que se privilegian son asimilados,
repetidos y transmitidos por generaciones. Dejando de tener en cuenta que en el
seno de la familia el niño establece su relación con el mundo, aprende a
contener los problemas y adquiere comportamientos que, al reiterarse, devienen
en rasgos del carácter. Y, sobre todo, entender que los patrones de conducta
desviados que se establecen en la infancia tienden a persistir a lo largo del
desarrollo de la vida.

Es necesario
reflexionar al respecto, y más dentro de un contexto en el que cada vez hay
mayores casos de niños que intentan suicidarse, y donde siempre estos intentos
obedecen a actos impulsivos desencadenados por conflictos familiares que nunca
serán resueltos tan solo con un regalo. Es importante darse cuenta que, detrás de
ese regalo, debe existir siempre una historia en común, que trascienda lo material
y rescate a ese ser humano que existe dentro de nosotros.
Sin duda que
la Pascua es feliz y todos intentan serlo a su modo. ¡Feliz Navidad!
CÓNCLAVE CULTURAL DEL ALTIPLANO
El Cónclave
Cultural del Altiplano es un evento que gira en torno a la festividad de la
Virgen de La Candelaria, con la finalidad de reunir a los principales maestros
y gestores del arte y la cultura en el departamento de Puno, y a través de
ellos conocer los secretos más profundos que se encuentran detrás de la festividad.
Puntualizamos en que la fiesta no solo es baile, música y alegría, sino también
un movimiento social donde se mezcla lo ritual y lo pagano, la devoción y la obscenidad.
Si bien esta celebración tiene aires modernos, muy pocos conocen realmente el
significado de rendir culto a la Virgen María de la Candelaria. Por otro lado,
estos últimos años, esta fiesta ha atraído a
centenares de visitantes, que vienen a presenciar los festejos. A través
del presente evento, buscamos que las personas que asisten al Cónclave Cultural
del Altiplano participen en la fiesta de manera activa, involucrándose con todos
los aspectos del desarrollo de la fiesta; para ello, se está organizando un
nutrido programa, el cual comprenderá un seminario pedagógico con ponencias de
maestros e investigadores conocedores de la fiesta, talleres de danza y
máscaras, ceremonias de ofrenda y limpieza energética, visitas a las comunidades
de los habitantes del lago Titicaca y centros ceremoniales que no están dentro
del circuito oficial de turismo.
A este evento
podrán asistir artistas, actores de teatro, bailarines profesionales, músicos,
investigadores, entre otras personas de cualquier nacionalidad, a quienes les
interese aprender y conocer la cultura del Altiplano, a través de la festividad
de la Virgen de La Candelaria.
FICHA TÉCNICA:
Fecha: Del 01 al 12
de febrero del 2013.
Lugar: Ciudad de
Puno.
País: Perú.
Participan: Artistas,
maestros e investigadores de la cultura puneña.
Organiza: YMAGEN
MÁS
INFORMACIÓN:
http://ymagenperu.blogspot.com
Teléf.: 01-262-6290
E-mail: ymagenperu@gmail.com
LIBROS
Este es un libro clásico de la literatura puneña
y latinoamericana. Gamaliel Churata, cuyo nombre verdadero es Arturo Peralta
Miranda (1897-1969), describe mejor que nadie la cosmovisión del hombre del
altiplano, inmerso dentro de la cultura universal. La presente edición fue
elaborada por nuestro querido escritor, poeta y periodista aimara José Luis
Ayala, con comentarios críticos para entender en toda su magnitud la obra de Churata.
Miguel Rubio, maestro y director teatral, nos
hace esta tercera entrega de sus escritos, que son una reflexión de su prolífico
trabajo como creador teatral.
Raíces y semillas, es una recopilación de notas de trabajo,
crónicas y entrevistas a destacados maestros del teatro latinoamericano, que
nos permiten acercarnos de una manera íntima y personal a los maestros que han
abierto y transitado los diversos caminos del arte teatral en nuestro continente.
El doctor Demetrio Roca Wallparimachi, exrector
de la Universidad San Antonio Abad del Cusco, publica este libro que contiene
una compilación de excelentes ensayos, sobre costumbres, mitos y ritos, danzas
y personajes, de la zona del Cusco y Puno. Asimismo es una visión integral del
desarrollo cultural del hombre andino.
Cultura andina es un trabajo laborioso de décadas de
estudio realizados en el campo por el autor.
NUESTRO SIGUIENTE NÚMERO,
- La fiesta de la Virgen de la Candelaria
- La danza de la diablada, una danza con polémica
- El Maestro Edwin Loza Huarachi
- Mochumí, la otra fiesta de la Candelaria
CIERRE DE EDICIÓN: 20 DE ENERO 2013