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lunes, 3 de diciembre de 2012

NOVIEMBRE 2012





CARTA DEL EDITOR
LA CULTURA COMO INDUSTRIA
Un firme propósito nos impulsa a crear un medio como Ymagen, que es hacer de él una herramienta que ayude a fomentar la cultura y el buen vivir en nuestro país. A menudo, me pregunto si es posible hacer de la cultura una industria en nuestro medio; la respuesta la he encontrado en las diversas experiencias vividas en muchas ciudades del mundo, a las que tuve oportunidad de visitar y conocer, donde su principal motor económico gira en torno a su patrimonio y actividad cultural, generando empleo y bienestar para sus habitantes.
El Perú no está exento de este gran potencial, somos un país cimentado en un gran legado cultural ancestral; asimismo, la llegada de la cultura europea ha permitido, en buena medida, un intercambio entre ambas; nuestros antepasados supieron, inteligentemente, adoptar lo foráneo: adaptarlo y hacerlo suyo; así nació una nueva y rica manifestación en todas las disciplinas del arte. Aún hasta ahora, tomamos lo que este mundo globalizado nos muestra para hacer estupendas creaciones.
Solo existe una amenaza, que limita el avance de esta industria cultural para que alcance el lugar que se merece. Hace tiempo, cierta autoridad local ensayó una frase que ha pasado a ser parte del habla popular, en ocasión de un petitorio de retribución económica para una presentación artística: “A esos artistas no hay que pagarles; denles su sándwich, su gaseosa y punto. El arte debe ser gratis para el pueblo”. Dicha conjetura significó, no solo una ofensa a mi persona, sino a todos los profesionales artistas y colegas. Es este tipo de pensamiento, el que daña profundamente toda acción o propósito de generar una industria cultural; mientras no se reconozca a la actividad artística como un servicio que renta grandes beneficios a una ciudad, sus habitantes siempre estarán condenados a consumir productos enlatados foráneos a manera de comida “chatarra”.
Se hace necesario que aprendamos a consumir y valorar lo que laboriosamente producen nuestros artistas; al respecto, no solamente me limito a las disciplinas directas del arte sino también a todos los rubros, desde la artesanía pasando por las artes plásticas, las culinarias, la música, el cine y, finalmente, las artes escénicas.
Ymagen se plantea dinamizar esta industria que no contamina y genera grandes beneficios a la humanidad. Por ello, invitamos al sector empresarial, instituciones públicas y privadas, a aunar voluntades y fuerzas en este propósito, por intermedio de esta revista; lo cual beneficiará, mutuamente, tanto a ustedes como al público usuario.

Amiel Cayo
amielcayo@yahoo.es



CARTAS

Sé que pronto saldrá a la luz el primer número de la revista Ymagen,  dirigida por mi amigo Amiel Cayo. Desde Puno le deseo a Amiel muchos éxitos en esta empresa formadora de conciencia nacional y de identidad que, aunque poco lucrativa, sabrá reconfortar a sus mentores el hecho de ser aceptada por los intelectuales, artistas y público en general y, particularmente el de Puno. Conocidos los ideales y la fe de Amiel, no dudamos que Ymagen sea acogida de tal forma que esta epopeya dure muchísimos años.
Escritor y profesor de la UNA-Puno

Tengo el enorme agrado de saludar en la distancia a Amiel Cayo y a todo el equipo que compone Ymagen. Hacía falta que alguien aglutine todas esas innovadoras ideas y las ponga al servicio de la población, para comenzar una andadura de amplio calado social, que represente un auténtico cambio, a la vez que cree conciencia, progreso y un dinamismo colectivo acorde con el siglo que nos toca vivir. Que la revista sea un medio múltiple de perseverar en la búsqueda de una identidad cultural que ayude a comprender mejor la realidad social de la región y que, a la par, fomente un turismo responsable e inteligente que repercuta en el bienestar de la gente. Sin duda, la labor que desempeñará Ymagen cobrará una dimensión cada vez más considerable, con la ardua labor de todas las personas implicadas en el proyecto, con el respaldo de la población y, esperemos, también con la ayuda de las instituciones estatales. ¡Buena singladura!
Leo Cáceres
Cineasta, San Sebastián-España

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PUNO HISTÓRICO



José Morales Serruto
Los orígenes de P’uñuypamapa (Pascana o Tambo) se remontan a lejanos años. La historia no ha podido registrar sus huellas.
Los incas conocieron de su existencia como un lugar de obligado descanso en su largo peregrinaje desde Cusco para llegar a la cuna sagrada de los fundadores del Imperio incaico. Más importante aún, porque fue desde siempre el emporio de gran riqueza que asombró a los emperadores quechuas, por la magnificencia de sus minas y la pureza de su plata, que servía para orlar los templos de la Mama Pajjsi-Mama Quilla (Madre Luna) y la Coya (esposa del Inca). Por sus extraordinarios rebaños de camélidos, que proveía la mayor y fina producción de lana, para atender las necesidades de vestido y carne del Imperio. Por su extraordinaria y desarrollada agricultura, que floreció en sus ancestrales andenes y waru warus. Su incomparable y monumental arquitectura, y mucho más.
En 1534, los españoles informados por los quechuas de su gran importancia económica, iniciaron su invasión encabezados por Fr. Tomás San Martín, y se asentaron en Paucarcolla, Acora, Ilave, Chucuito, Juli, Pomata, Zepita y Yunguyo, donde construyeron sus conventos y templos que son verdaderas joyas arquitectónicas religiosas de la colonia.
En mayo de 1557, la bella princesa Malika revela el sagrado secreto de la existencia de las minas de Laykakota (minas del Lago Embrujado), por amor al soldado español José Salcedo. Lugar en que, a la usanza española, fundaron el primer asiento minero español en Puno, que bautizaron como San Luis del Alba, que años más tarde se convertiría en el centro de la codicia española.
El primer día de su explotación, cuentan que extrajeron de estas minas noventa y tres botas de plata de extraordinaria pureza y una pieza de gran tamaño que fue sellada como barra elaborada para enviarla como regalo al Rey de España.
Raudamente, el nombre de San Luis del Alba se conoció por sus bondades. En 1668 alcanzó una población de más de diez mil habitantes, que lo convirtió en el centro de la codicia de andaluces y vizcaínos quienes animados, por la sed de riqueza fácil originaron constantes y cruentos encuentros bélicos entre españoles.
El 12 de octubre del mismo año, el XIX Virrey Conde de Lemos, apelando a la calumnia e insaciable codicia por las minas de plata, ordena ejecutar a José Salcedo y destruir sus casas, además de las principales viviendas de San Luis del Alba, para sembrarlas de sal y ordenar el traslado de su población hacia el lugar donde actualmente se levanta la ciudad de Puno.
Desde 1847, Puno inició su transformación urbana, con la administración del prefecto, Coronel Alejandro Deustua.
A su llegada, los peninsulares en su proyecto evangelizador impusieron a la Virgen de la Candelaria, como patrona de los indios en sus fiestas de la Anata. Les asignaron una pobre y rústica capilla para su culto en la plaza San Juan, hoy Parque Pino.
En 1781, fecha de la rebelión de Túpac Amaru, los mestizos, atemorizados, se encomendaron a la milagrosa patrona de los indios, hasta rendirse a sus pies.
Para 1884, en el mes de febrero, incursiona en Puno el ejército chileno, para marcharse finalmente derrotado por la astucia de su párroco. Desde entonces, los puneños, sin distinción de raza, sexo, edad o condición económica, visten de luces para bailar en honor a su Mamacha, su Mamita Candelaria, en cada octava.



EL NOMBRE DE PUNO


Ignacio Frisancho(*)

Lo que fue de Puno, antes de la llegada del Conde de Lemos, ha sido motivo de muchas discrepancias, y pese a que su existencia es ya un hecho probado; su calidad y rango, al parecer, todavía no lo es.
 Esto me ha inducido a someter  lo que al respecto se dice, a un estudio crítico para tratar de obtener la inferencia de mayor probabilidad, en la esperanza de que algún día esto sea documentalmente corroborado. José Antonio Encinas (1918) dice en su Historia de la Fundación de Puno que las imágenes que se encontraban en Layccaccota fueron traídas en procesión con acompañamiento del Virrey y de su séquito; dichas imágenes habrían quedado depositadas en una pequeña capilla que se encontraba en la plazoleta del pueblo de Puno, donde habría radicado el Virrey.
 “Era necesario reemplazar aquel pueblo destruido; señalar otro que fuese asiento de las autoridades, que lejos del oro, conservar la paz en estas regiones. Fijose para ello el Virrey en el pueblo de Puno, y así lo indicó en un bando que hizo pregonar”. Declaró así el Virrey, que el pueblo de Puno sería en lo sucesivo la capital de la provincia de Paucarcolla, y que en homenaje a Carlos II, el hechizado rey de España, llevaría el nombre de “San Carlos de Puno”, dejando a la iglesia bajo la advocación de San Carlos Borromeo, confirmándole luego el título de Villa.
 Emilio Romero (1928) escribió en su Monografía del Departamento de Puno que “[...] fijose para residencia del nuevo pueblo la aldea de Puno, que estaba consagrada a San Juan Bautista”.
 Torres Luna (1930) en su Puno Histórico, anota: “Son conocidos los detalles del ataque a Layccaccota en 1662, el establecimiento de los rebeldes en el pueblo que ya llamaban Puno. Esto, contribuyó en la formación del proceso contra los Salcedo, especialmente el alguacil y justicia mayor de Puno, San Juan de Molina”.
 El nombre de San Carlos que bautizó al pueblo, surgió porque la capilla ya estaba bajo la advocación de ese santo y porque se declaró a Puno capital de provincias.
 Lohoman Villena (1946) en su libro El Conde de Lemos afirma: “El 7 de septiembre de 1668 se halló de nuevo el Conde de Lemos en el lugarejo de San Juan Bautista de Puno”, donde prosiguieron ventilando las causas y dispuso que todos sus habitantes se instalasen a una legua de las minas, en el caserío de Puno.
Cuentas Ormachea en sus Apuntes para la Historia de Puno añade que: “El Virrey dejó para resguardar el orden, cuarenta hombres en el fuerte y cincuenta hombres en  el pueblo de San Carlos de Puno, que estaba ubicado sobre la antigua población de Puñuypampa”.
Resulta perfectamente lógico darle a un “pueblo”, con fines políticos, el título de Villa, mucho más si consideramos que no solo se le dio el título de Villa sino que se le designó como capital de la provincia de Paucarcolla.
 Creemos tener razón al decir que Puno, a la llegada del Conde de Lemos, no era un caserío ni una aldea, era un pueblo que pasó a ser villa y capital de provincia.
 Esta presunción se hace más consistente si consideramos que en documentos anteriores a 1668 ya se le menciona como pueblo y como tambo; es decir, como lugar de reposo obligado para los viajeros.
Respecto a su nombre, se le llama “Puno” (Encinas, Basadre, Torres Luna), “San Juan Bautista de Puno” (Romero, Lohoman, Villena) y Puñuypampa (Cuentas Ormachea).
Se dice que el Conde de Lemos le mandó añadir el de “San Carlos de Puno”, en lo que están de acuerdo todos los autores.
 Sin embargo, quienes hemos tenido  la oportunidad de revisar algunos documentos posteriores a la llegada del Conde de Lemos, nos hemos encontrado con que el nombre que se le daba era el de “Villa de la Concepción  y San Carlos de Puno”, y algunas pocas veces simplemente el de “Villa de Puno”.
 Inferimos de aquí que el nombre de Puno, que se transformó en villa en 1668, fue en sus inicios hispánico,  como “Puno” (quizás ante el de P’uyñu, ‘cántaro’, o el de P’uñuypampa, ‘planicie de reposo’, ‘lugar para dormir’). Luego que se establecieron los primeros españoles, y comenzaron a explotar las primeras minas y socavones, pasó a llamarse “pueblo de Nuestra Señora de la Concepción de Puno” y, algunas veces, “Pueblo de San Juan Bautista de Puno”. Por los nombres que se les dio a sendas minas de los cerros de Laiccaccota y Uncalliri, respectivamente.          
  • (*) Ignacio Frisancho, periodista, maestro, jurista y filántropo puneño. En 1928 funda Los Andes, principal diario de Puno. En las aulas carolinas forma el espíritu de la juventud puneña y como jurista es uno de los más prestigiados, fundador del colegio de abogados de Puno.


PUNO EN CIFRAS

UBICACIÓN

Latitud Sur                             16° 33’ 42”
Latitud Oeste                         69° 02’ 20”
Altitud                                    3809 msnm
Clima                                      Frío Seco
Temperatura máxima         15 °C

ACCESIBILIDAD

VÍA ASFALTADA
Lima-Puno               1303 km
Arequipa-Puno           294 km
Cusco-Puno                394 km
Juliaca-Puno                 44 km
Puno-Desaguadero     153 km
Puno-Yunguyo              120 km

VÍA FÉRREA
Arequipa-Puno
Puno-Cusco-Machupicchu

 VIA AEREA:
 Lima-Arequipa-Juliaca


Llachón… para volver siempre


        
          Christian Reynoso
Escritor y periodista. Autor de la novela Febrero lujuria (2007) 
Una nube de polvo color café, patidifusa y cimbreante se levanta, al fondo de la carretera de trocha obstruyendo la visión del paisaje. El conductor detiene la marcha del bus y espera a que se difumine para pisar otra vez el acelerador. Un olor a tierra invade la cabina y, poco después, un fino polvillo dorado hace toser a los viajeros. Sabor a tierra altiplánica en las gargantas.
Por la ventana del lado derecho, se ve muy cerca el lago Titicaca, crujiente de pequeñas olas. La orilla, adornada de una arenilla blanca, cobija unas lanchas ancladas en unos embarcaderos artesanales; más allá, unas vacas miran el horizonte, petrificadas, como si solo estuvieran ahí para adornar el paisaje.
El conductor del bus anuncia que hemos llegado al primer paradero de Llachón. Entonces el paisaje se ilumina con una potente luz plateada, hermosa, que se levanta de las aguas del lago por el reflejo del sol. Magia lagunera. Hace dos horas que hemos tomado el bus en Puno para poder llegar a Llachón.

***

La comunidad rural de Llachón –reconocida como centro poblado–, está ubicada en la parte sur, que termina en una punta, de la península de Capachica, en el distrito del mismo nombre que pertenece a Puno. Se llega por vía lacustre desde los puertos de Puno, Taquile o Amantaní; o por vía terrestre, desde Puno o Juliaca. Si se opta por esta vía, primero habrá que llegar a Capachica, pasando por Huata y Coata, para allí tomar otro bus que nos conducirá a Llachón.
   En los últimos cinco años, Llachón se ha convertido en un destino turístico con un gran potencial debido a su ubicación, clima y paisaje. Es lo que llaman, en términos de marketing “ecoturismo vivencial”, aunque para quienes hemos ido, sea más una experiencia de bello sosiego, tranquilidad y admiración por el vasto paisaje titicaquense, además de la camaradería de sus habitantes.
Pero Llachón es aún poco conocido y visitado en el gran circuito turístico nacional, y mucho menos suscita el interés de los propios puneños. Aunque, ciertamente, el público objetivo que más les atraiga a los llachinos sea el extranjero, que llega al lugar como parte de un paquete que incluye otros puntos de visita dentro del turismo desarrollado en el lago Titicaca. Las grandes delegaciones llegan solo para la hora del almuerzo, mientras que algunas otras se quedan entre uno y dos días.
Si bien los habitantes quechuas de Llachón se dedican a la agricultura, ganadería, pesca, artesanía y textilería, poco a poco se han visto en la necesidad de integrarse a esta dinámica turística, para “no quedarse atrás y perder platita”. Han empezado a construir en sus casas y terrenos, hospedajes y restaurantes que no rompen para nada el entorno paisajístico y que tienen las comodidades más básicas, para poder recibir a los visitantes. Así, hoy Llachón cuenta con al menos doce casas hospedajes en distintos lugares de la zona, ubicadas de cara al lago Titicaca y a lo que se conoce como “la playa”.
Valentín Quispe fue el pionero en apostar por esta visión turística de Llachón. Al comienzo, obtuvo resistencia pero con el tiempo fue comprendido e imitado. Ahora hay todo un trabajo conjunto y articulado a través de la Federación de Turismo Rural de Llachón. Por suerte, hasta el momento no ha ingresado la inversión privada y ojalá nunca lo haga. De hacerlo, seguro con una visión puramente economicista, podría contaminar la armonía del emprendimiento turístico de sus pobladores y monopolizar los ingresos, además de amenazar el de hábitat de la avifauna y el ecosistema del lugar, por ser centro de gravedad de la zona de amortiguamiento de la Reserva Nacional del Lago Titicaca, y considerado de “importancia internacional” por la convención Ramsar, 1971, Irán (1).

***

La vista que se ofrece desde las casas es hermosa. El lago Titicaca en su plenitud, la isla Taquile, y, en la gran lejanía, a lados opuestos, la cordillera boliviana y la ciudad de Puno. Algunas lanchas surcan las aguas de vez en cuando. Si avivamos el oído, escucharemos el canto de los pájaros y el sonido del viento que, como un chicote, castiga a los árboles, haciendo que sus ramas se bamboleen de un lado a otro. Son los gemidos de la naturaleza.
El almuerzo comprende sopa de quinua y trucha frita con papas y arroz, todo preparado por la esposa de Valentín. Finalmente nos acompaña un sobrio mate de muña para la sobremesa. Caminamos por Llachón con absoluta libertad y sin ningún peligro. Para llegar a la plaza, se sigue a pie la carretera principal. A mitad del camino se levanta un gran arco de piedra que da la bienvenida al pueblo. Su piedra brilla mostrando adornos cincelados de chakanas, además de su decorado en la parte superior, con cantutas rojas y amarillas que le dan un aspecto colorido y acogedor. En la plaza encontramos la iglesia y la municipalidad; en el cercado, la escuela, la posta médica y las tiendas de abarrotes.
Al regreso, optamos por los caminos empedrados que hilvanan todas las casas de hospedajes y la parte de la playa. Nos cruzamos con algunas vacas, burros y chanchos que pasean igual que nosotros, guiados por sus dueños, llevando diversas cargas en sus lomos. Volteamos la mirada y, al frente se ve imponente la presencia de los cerros Carus y Q´eskapa donde existen restos arqueológicos.
El fuerte sol del nuevo día, nos empuja a darnos un chapuzón en el Titicaca. Al emerger, vemos cómo un inmenso pájaro, acrobático, planea desde lo alto del cielo hasta la orilla del lago, para luego reemprender el aleteo con holgura y elegancia. Su vuelo evapora las gotas cristalinas de nuestros cuerpos con olor a piedra y susurro de pasión. Aunque en ese momento no lo sabemos, un nuevo ser ha sido incubado en Llachón.


Nota:
(1). Ver: Graña, Alberto. “Ecoturismo vivencial rural: la promesa de Llachón y Ticonata”. En Revista Cabildo Abierto Nº 23. Mayo de 2007. Puno: Asociación SER.


 Humareda: El Perú como pintura
Auterretrato del pintor rodeado de sus personajes.
  José Luis Ayala
Víctor Humareda Gallegos es el pintor en cuya obra pictórica, el Perú aparece retratado en toda su dimensión artística: magia, poesía, desencanto social y tragedia humana. Su obra es el resultado de una experiencia directa y cotidiana, en la que el ser humano es el centro de su preocupación, observación y material de trabajo. Pintó al Perú tal como lo sintió: atrapado por la colonialidad que no somos capaces de superar.
   Iconoclasta, antisistema, díscolo, burlón, desclasado; renunció a toda clase de comodidades para sobrevivir y pintar. La crítica pictórica ociosa y siempre con criterio racista, no lo entendió y por eso quiso clasificarlo como moderno, con rasgos parecidos, por ejemplo, a Goya. De haber sido un pintor vinculado a la cultura oficial, hubiera sido seguramente agregado cultural y pudo quedarse a vivir, por ejemplo, en París.
   Pero no, fue fiel a su voz interior, a su modo de ver al Perú. Por eso, fue marginal y marginado; usó el humor para pintar y reírse de una sociedad que no soporta a los artistas que se burlan de ella. No es verdad que le gustara vivir así pobremente. Menos en un hotel, cuya habitación convirtió en taller y dormitorio. Tampoco es cierto que prefiriera pintar la realidad dura antes de “imaginar” para vender.
  Pintó como entendió al Perú de los marginados y desterrados, de personas estadísticamente muertas, pero que trabajan para sobrevivir con poco. Las mujeres, arlequines, barrios, casas y calles existen, son una realidad dolorosa. Es que así es el Perú de Humareda y de las miles de personas que aparecen en sus obras; aunque no les guste a los críticos, esa realidad persiste pese a los anuncios oficiales de un crecimiento económico ejemplar como indetenible.
    ¿Cómo definir la pintura de Humareda? En verdad, no es posible escribir una sola palabra o varias que expresen su estilo y lenguaje. Sin embargo, se puede decir que se trata de una expresión mágico-realista. Lo mágico procede del mundo andino y la realidad viene a ser la cotidianidad. Así, no se parece a ningún pintor de su generación, su pintura nada tiene que ver con sus contemporáneos, quienes renunciaron a esta clase de expresión para dedicarse más bien a la ficción pictórica.
    Gran actor de su propia tragedia humana. No se dejaba fotografiar si es que no se le advertía, tenía que posar, aparecer como un “loco sublime” para llamar la atención. De allí que no haya fotos de Humareda sentado o de pié, como lo hace la gente común. Entre el Perú, Humareda y su pintura, hay una relación indesligable: tragedia humana, poesía hecha pintura y marginalidad como signos de identidad plural.         
  • Víctor Humareda nació en Lampa, el 6 de marzo de 1920. En 1939 ingresó a la Escuela Nacional de Bellas Artes de Lima. Posteriormente, viaja a Argentina para complementar sus estudios; a su regreso, se hace huésped permanente del Hotel Lima, de La Victoria, donde su cuarto se convierte en taller y vivienda a la vez; lo cual afectaría gravemente su salud. Fallece un 21 de noviembre de 1986.
  • El Grupo Quaternario, importante colectivo de artistas plásticos de Puno, le rindió un homenaje en vida, dedicándole el II Salón anual de arte contemporáneo, en el año 1984; luego, a raíz de su partida, le dedica una muestra colectiva en febrero de 1987.




 
LIBROS
El cojudiómetro y los mejores cuentos
El destacado narrador Luis Gallegos nos presenta una selección de los mejores cuentos escritos durante su trayectoria; su lenguaje sencillo y ágil hace de su narrativa verdaderas historias de humor e ironía de la sociedad en la que vivimos.








La bahía
Feliciano Padilla perenniza en cortas historias, personajes y paisajes relacionados con el Altiplano puneño. Padilla, nacido en Abancay, se mimetiza con la cultura del Altiplano para crear su obra; un ejemplo es La Bahía, libro de cuentos.








Réquiem para un ex-alcalde
No hay duda de que los acontecimientos de Ilave, que tuvieron como resultado el ajusticiamiento y muerte del alcalde Cirilo Robles, constituyen uno de los hechos más controversiales de este nuevo milenio en el país. Luis Gallegos analiza profundamente los hechos que llevaron al pueblo ilaveño a realizar este acto tan cruel para el ser humano. Es de importancia conocer la historia para que no se repita.






Rotasión de las elipsis y otros contraensayos
El prolífico escritor y periodista José Luis Ayala, nos hace esta última entrega, que contiene textos relacionados con aspectos esenciales del proceso de descolonización, la educación, la política y la cultura. Es también una forma de pensar al Perú de los últimos años, en los que el autor, con criterio crítico, decidió incursionar desde los predios del periodismo, el ensayo y la ideología.

 

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