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martes, 25 de diciembre de 2012

DICIEMBRE 2012

CARTA EDITORIAL

ESTIMADOS LECTORES:
Estos días las ventanas brillan con luces intermitentes; las fachadas delas casas se cubren de colores y se adornan con cadenetas, campanitas y arbolitos; los villancicos alegran los corazones de niños, jóvenes y adultos. Todos estos preparativos constituyen el preludio y el anuncio de la cercanía de la Navidad. ¡La Navidad, qué celebración más hermosa! En el Perú, como en otros países, esta es una fecha que, sin duda, une a las familias en amor, paz y armonía.
Es grato poder disfrutar de la sonrisa y alegría de cada niño al recibir un regalo que es entregado con amor; el cual, no necesariamente, puede ser material. Una visita, una sonrisa, un abrazo, un beso y hasta un “te quiero”, pueden conformar el saco de obsequios más preciado para una persona.
No necesitamos buscar el regalo más sofisticado, novedoso o más costoso, porque el verdadero regalo es el amor y la unión familiar.
Es este el verdadero regalo, que más se asemeja a la fe del Niño que nació en Belén de la manera más humilde; seguramente, al igual que muchos niños de nuestro país, que nacen en los sitios más recónditos, sin lujos ni comodidades; pero que, al final, siempre que llega la Navidad, renuevan sus esperanzas de recibir un futuro mejor.
Sin embargo, muchos de ellos crecen sumergidos en un ambiente de violencia, con carencia de valores. Por eso es necesario fomentar en nuestros hijos la importancia de compartir en familia y sentirse parte de ella; y, por ende, parte de esta gran familia, la nación peruana.
En Ymagen, queremos aprovechar esta fecha, que nos llena el corazón de bondad, para levantar nuestros mejores deseos y decirles:
¡Feliz Navidad!, y que esta algarabía se repita durante todo el siguiente año. ¡Felicidades!

Ana Gladys Arce
Gerente financiero


Cartas

Amielcha, nuevamente felicitaciones por la revista y por tu permanente esfuerzo por promover el arte y la cultura. Este es un nuevo esfuerzo que emprendes y te deseo el mejor de los éxitos en el camino que te espera.
Ha sido intenso volver a revisar mis apuntes y conversar con don
Santiago. Me cuesta pensar que iré al Cuzco y no lo voy a ver; igual que a la Agripinacha, que me hace falta, y ahora al Negro, que se escondió, como dijo el Tío anoche. Todas esas ausencias me remueven en estos días; por eso, creo que no debemos dejar nada para más tarde. No debe quedar nada pendiente, porque de pronto ya no estamos. Esos apuntes sobre Santiago estaban casi perdidos entre mis archivos y ahora me alegra que tengan un sitio en la revista para compartirlos.

Miguel Rubio
Director del Grupo Yuyachkani.







Liliana Quinto Laguna
Amiel, ¡felicidades, por este aporte al
arte y la cultura!
El jueves a las 16:05 • Me gusta

Luciano Víctor Olazabal
Castillo
Buena, maestro, y sobre todo por el
artículo de Humareda.
El jueves a las 18:04 • Me gusta


ORÍGENES DE LA NAVIDAD


“Mientras estaban en Belén, llegó para María el momento del parto y dio a luz a su hijo primogénito. Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, pues no había lugar para ellos en la sala principal de la casa” (Evangelio de Lucas 2:6-7).

En todo el mundo se celebra la Navidad. Esta es una fecha especial, que nos recuerda el nacimiento de Jesús, el Hijo de Dios, nacido del vientre de la Virgen María, su madre. Pero nadie da fe de que este acontecimiento haya ocurrido exactamente el 25 de diciembre, ni en las Sagradas Escrituras hay mención de una fecha exacta para el nacimiento de Jesucristo. Esta fue reconocida oficialmente en el año 345, por el Papa Julio I quien, influenciado por San Gregorio y San Juan Crisóstomo, proclamó el 25 de diciembre como la fecha de la Natividad.
Pero hay otras teorías que explican el origen de esta celebración. Según defiende William J. Thige, ya en el siglo III se celebraría el nacimiento de Cristo el 25 de diciembre, mucho antes de que los romanos celebraran la fiesta del Sol Invencible (Sol Invictus). Dicha celebración fue adoptada por la Iglesia católica para poder permitir la conversión de los pueblos paganos al cristianismo. Sin embargo, los primeros discípulos de Cristo (llamados posteriormente cristianos en Hechos 11:26) no celebraban la Navidad.
Las divergencias con respecto a la fecha de nacimiento de Cristo han hecho que se adopte el 25 de diciembre como la oficial de su natalicio y el 6 de enero como la Epifanía (esta todavía se celebra en países como Argentina, Armenia, España, Ecuador, Perú, Paraguay, Puerto Rico, República Dominicana, México, Colombia, Chile, Uruguay y Venezuela).
Algunas tradiciones respecto a la Navidad, particularmente las que provienen de Escandinavia, tienen su origen en la celebración germánica de Yule, como es el caso del árbol de Navidad. Allí a esta celebración se le conoce como Yule.
En la Edad Media, la Iglesia añadió el Nacimiento y los villancicos a sus costumbres. En esta época, los banquetes eran el punto culminante de las celebraciones; aunque tuvieron un final abrupto cuando, en Gran Bretaña, los puritanos prohibieron, hacia 1552 la celebración de la Navidad, fiesta que volvió a Inglaterra en 1660 con Carlos II.
Otro personaje que, sin duda, merece atención y es infaltable en estas celebraciones es Papá Noel; nadie podría imaginar la fiesta navideña sin la presencia de este regordete y bonachón personaje.
Cuenta la leyenda que el Santa Claus original fue un sacerdote nacido en Licya, y su verdadero nombre era Nicolás de Bari (s. IV d. C.). Vivía en un pueblo de la antigua Turquía y su aspecto era contrario al que se le conoce actualmente; era más bien una persona delgada y de elevada estatura. Su devoción habría surgido a raíz de que se enteró que una familia pasaba por severos percances económicos y no les era posible reunir la dote para su hija, que estaba próxima a casarse.
Nicolás, conmovido, entró una noche a la vivienda sin que nadie se percatara y dejó cerca de la chimenea tres bolsitas de dinero, el suficiente para que la familia pudiera celebrar la fiesta. Esto hizo que el supuesto milagro popularizara la costumbre de intercambiar regalos en esta fecha.
Sin embargo, la imagen de la que hoy goza Santa Claus, se la debemos al arte del caricaturista norteamericano Thomas Nast (1863-1886), quien publicara un dibujo de este personaje con aspecto regordete y barba blanca en la revista Harper´s Weekly. Es a partir de entonces que se popularizara la imagen que actualmente conocemos de este famoso personaje.
Todas estas tradiciones llegan al Perú con la conquista y la colonización. Son innumerables las muestras en el arte de las pinturas de distintas escuelas, donde se muestran imágenes que narran pasajes de las Santas Escrituras; todo esto con la finalidad de catequizar a los nuevos pueblos conquistados y que adopten las creencias del cristianismo. Con el devenir de los años, estas tradiciones se asentaron en todos los pueblos, inclusive dieron origen a tradiciones muy propias, resultado del sincretismo cultural; por ello, es posible que ahora encontremos celebraciones muy particulares en Ayacucho, Chincha o Cusco, que adoran al Niño Dios con bailes y cánticos muy peculiares, mostrando todo su arte al servicio de una fe y devoción que se ha arraigado en estas tierras.
Sin duda esta fiesta atraviesa fronteras y trasciende generaciones. Sea cual fuese la historia, la Navidad es una fiesta que une costumbres, creencias y arte alrededor del nacimiento de Jesús y es el valor que encierra este acontecimiento.


LOS DOS MIL JUGUETES DE DON PLINIO
Christian Reynoso



Aquellos años éramos inocentes y quizá ahora sigámoslo siendo. Nos gustaba que llegara la Navidad para recibir regalos y comer panetón pero, sobre todo, para armar el Nacimiento. Entonces nos alistábamos con gran entusiasmo para, además de armarlo, poder divertirnos con los juguetes, que no eran nuestros sino del “Niño”. Toda una aventura que hacía brillar nuestros ojos hasta terminar de colocar la última oveja y echar el pasto artificial. Luego, durante todas las noches, prendíamos los foquitos musicales y encendíamos las luces de bengala para adorar al Niño, creyendo que con tales chispas luminosas los juguetes cobrarían vida. Éramos niños y nos gustaba serlo sobre todo en Navidad, hasta que fuimos creciendo; pero otros nunca dejaron de serlo y año tras año esperaban —y siguen esperando— que llegue el mes de diciembre para armar el Nacimiento.

***
Don Plinio Goyzueta Cáceres, natural de Lampa, a sus ochenta y cinco años, sigue siendo uno de esos niños a los que les gusta armar nacimientos; pero no cualquiera. El suyo tiene una juguetería que supera las dos mil piezas, con la característica de que cada una de ellas no excede los diez centímetros; todo sobre un área de cuatro por cinco metros cuadrados; para que sus tres Niños: el de la Góndola, el de la Espina y el del Santo Pesebre —de la artesanía cusqueña—, jueguen a sus anchas.
Cuando don Plinio tenía seis años también quería jugar a sus anchas con los juguetes del Nacimiento que hacía su papá, en su casa de Lampa, en una habitación a la que llamaban “el Oratorio”; pero esos juguetes estaban “prohibidos” y nadie podía tocarlos. Plinito tuvo que hacer de su pelota de cuero —bola de cristal—, y de sus carritos —diamantes sobre ruedas—, sus más queridos juguetes.
En 1960, ya con familia e hijos, se trasladó a Puno por motivos de trabajo. Es entonces que empezó a armar su Nacimiento; primero con juguetes grandes, a cuerda, que poco a poco fue dejando de lado para, desde 1965, especializarse en los de miniatura. Empezó a adquirirlos en distintos lugares: en la Feria de las Alasitas, durante la Fiesta de las Cruces, y en las distintas ciudades a las que viajó como parte de su trabajo en la Compañía Rena Ware. “Siempre pensaba en el Nacimiento, y a sitio que iba, buscaba y compraba miniaturas; no me importaba cuánto costara, porque lo importante era incrementar los juguetes”, nos cuenta acaso como todo niño goloso.
Así, los 21 de diciembre empezaba la puesta en escena. Ayudado por sus hijos Nelva, Gilmar y Plinio “Chico”, abría las cajas del Nacimiento para luego desenvolver los juguetes e ir colocándolos según el mapa que tenía trazado en mente. La faena duraba dos días, con sus respectivas noches, entregados al gran teatro lúdico de la construcción. Con los años, fueron los nietos los que ayudaron al abuelo.
Nuevos bríos, nuevos entusiasmos.
Pero el plan de don Plinio iba más allá. Concibió su nacimiento como la creación de un corpus temático. Por un lado, sectores dedicados a la costa, sierra, selva y mar del Perú; y, por otro, la presencia de diversas especies de la humanidad: el hombre, los animales y las flores.
De esta forma, en su Nacimiento se pueden encontrar animales de la sierra y escenas del pastoreo andino; animales de la selva; el mar y sus peces; sector de alimentos, vendedoras de frutas, curitas, barrenderas, danzarines, sector de cristalería y porcelana, casas urbanas, el palacio de Herodes y sus soldados, artesanías y cerámicas del Cusco, Pucará, Huancayo, ciudades de la costa y otras importadas del extranjero. Mientras que el cerco está compuesto por la colección de aquellos tarjadores-adornos hechos de cobre, que imitaban los utensilios y artefactos eléctricos de antes.
El nacimiento de don Plinio ha trascendido la concepción católica, ya que también puede ser observado como un microcosmos de las riquezas naturales del Perú. Una suerte de cartografía y representación, sobre todo, del reino animal de la costa, sierra, selva y mar. De igual forma, debido a su composición, también puede ser visto como una interesante colección de miniaturas de diversas artesanías y cerámicas.
Al mismo tiempo, la cosmovisión andina no deja de tener presencia; por ello que los cuatro cerros tutelares de Puno —Cancharani, Laykakota, Azoguine, Machallata—, sean los extramuros que rodean al Nacimiento, además de la sección de casas urbanas que muy bien pueden encarnar a las ciudades del país en crecimiento y en donde algunos espectadores, caprichosos, han querido reconocer, una representación de la Urbanización Puno, donde se ubica la casa de don Plinio.
Tan importante como todos los juguetes, es la uniformidad que le da un sentido estético a la obra. Componente que ha sido cuidado al detalle. “Sin la uniformidad no se vería bonito”, insiste don Plinio. Por ello que, en la década del ochenta, su Nacimiento fue reconocido y premiado por el entonces INC Puno, con el primer lugar entre todos los de la ciudad. Los periódicos locales también resaltaron la noticia. Don Plinio se sintió tan feliz, tanto casi como cuando jugaba con su pelota de cuero y sus carritos. Pero la noticia trajo también innumerables visitas a la casa, convirtiéndose en un espacio de peregrinación de visitantes de toda edad y género, ávidos de ver el Nacimiento. “Las puertas de la casa estaban abiertas a todos, porque me daba mucha satisfacción y alegría que la gente viniera”, nos dice. Además, se daba el trabajo de explicar el contenido de su obra.
No faltó un hurto. Una vez, después de la visita de un profesor, don Plinio se percató de que en la sección de animales de porcelana faltaba un perrito. Al otro día, buscó al profesor y le dijo, con cierto humor: “Hasta ayer había un perrito, pero parece que se ha ido contigo”. El hombre tuvo que admitir su falta, respondiendo: “Me llegó a gustar terriblemente y ya no tuve tiempo para decirte que me lo regales”. Al final, ese perrito tuvo que ser “regalado”.
Si tuviera que ponerse un precio al Nacimiento de don Plinio, él mismo no lo sabe. Con cierta vacilación calcula que podría costar unos treinta mil soles, pero aclara que esa cifra es la que ha podido haber gastado desde que empezó a comprar los juguetes. Afirma que su verdadero valor está en el sacrificio, cariño y esfuerzo que le ha puesto. Y tiene razón.




***

Cuando visitábamos la casa de don Plinio para conocer el Nacimiento del que todos hablaban, nuestra imaginación de niños nos hacía ver mucho más de lo que había allí.
Descubríamos mundos diferentes y anhelábamos estar dentro de ellos. Queríamos convertirnos en miniaturas para hacer una travesía por esos reinos llenos de aventuras. Nacía en nosotros un sentimiento de envidia por aquellos “Niños” que tenían todos esos juguetes a su disposición. Quizá por eso, una vez, antes de salir de la casa escuchamos que el Niño del Santo Pesebre nos decía, casi a hurtadillas: “¡Oigan, no se lleven mis juguetes!”. Y nosotros, sonrojados ante don Plinio, tuvimos que salir corriendo e irnos con la conciencia (in)tranquila.



HATUN PHAUSA, UNA CATEDRAL EN LAS ALTURAS

Amiel Cayo



De niño he escuchado muchas historias que me contaban mis abuelos y amigos mayores; seguramente, las mismas que ellos también escucharon de otras personas. Estas extraordinarias narraciones hacían alusión a seres que habitaron el altiplano puneño mucho antes de que nuestra raza llegara a poblar estos lugares. Estos seres eran los llamados “gentiles”, que habitaban en la oscuridad de la noche, hasta que un día salió el sol y quemó sus frágiles cuerpos. También había otros seres gigantes, que portaban en sus manos látigos con los cuales hacían caminar a las piedras, ordenándoles que se ubicaran en las montañas adoptando caprichosas figuras. El Hatun Phausa parece haberse formado, justamente, en esa época de estos seres gigantes, que ordenaron a la roca tomar forma de útero materno y desde lo alto, cual esperma, deja caer el agua para fecundar la tierra.
Camino al lado oeste de Puno, por la carretera Panamericana que une a este departamento con la ciudad de Arequipa, llegamos a Santa Lucía, principal y activa ciudad de la zona, formada principalmente por gente migrante, que se asentó en el lugar por el trabajo que ofrecen las compañías mineras.
Santa Lucía es una ciudad de paso obligado, tanto para el transporte terrestre como el ferroviario. Aún tengo el recuerdo, de hace unos años atrás, cuando funcionaba el servicio de tren de Puno a Arequipa. Pasar entonces por Santa Lucía, significaba hacer un alto, respirar y tomar un mate de anís caliente que ofrecían las vendedoras del lugar. Sin embargo, muy pocos saben que Santa Lucía tiene lugares sorprendentes, poco conocidos por el turismo.
Siguiendo por la Panamericana, pasando el kilómetro 53, antes de dar vuelta a la curva, por un desvío se ingresa al antiguo campamento de la mina Limón Verde, hoy tomado por la Universidad Nacional del Altiplano como centro de investigación. Cruzamos el río por un puente metálico que nos lleva hacia una pampa, donde un letrero indica que ahí se encuentra el llamado Hoyo Solar. De no ser por el aviso, este pasa desapercibido. Este hoyo es una falla geológica que encierra un misterio: no se sabe exactamente, cuándo, quiénes o qué lo hizo. Según los pobladores, en ese lugar, en épocas muy antiguas, cayó un meteorito del espacio exterior, y formó este gran hoyo de quince metros de diámetro, aproximadamente. Lo singular de este forado es que en época de lluvia se mantiene seco, no se acumula casi nada de agua; sin embargo, en época de sequía se llena de agua. Aún falta realizar un estudio científico para develar muchas incógnitas que encierra este lugar.


Hoyo solar

Continuando el recorrido, a veinte minutos en vehículo, la presencia de cerros con caprichosas formaciones rocosas, nos avisa de que nos aproximamos al gran peñón de Kayachira. Un imponente monolito pétreo natural, del tamaño de un edificio de veinte pisos, aproximadamente, en cuya base encontramos una inmensa cueva, que en tiempos anteriores seguramente sirvió de refugio y vivienda a los primeros pobladores del Altiplano. Actualmente, los pastores de alpacas lo utilizan para guarecer a sus animales en temporadas de lluvia o friaje.
El paisaje es propio de las zonas altas del Altiplano, casi nada de vegetación. Solo el ichu, que pinta de amarillo las pampas y los cerros, crece en de ese paisaje desértico. Las grandes montañas emergen del suelo como si alguien o algo las hubiera empujado hacia la superficie, lo que claramente se aprecia en las formaciones rocosas que se encuentran en sus paredes. El cielo despejado y de un azul intenso nos acompaña durante el recorrido, ocasionalmente se pueden ver rebaños de alpacas pastando en los ricos bojedales y, de vez en cuando, cruzamos pequeños riachuelos que atraviesan la pampa.


Peñón de Kayachira

Siguiendo la ruta después de dejar atrás Kayachira, llegamos a una especiede estacionamiento vehicular que determina el final del camino carrozable, porque de ahí en adelante es necesario seguir la ruta a pie. Ingresamos a una especie de cañón, flanqueado por enormes paredes rocosas y que es atravesado, casi a la mitad, por el río de aguas cristalinas que descienden desde lo alto de las montañas. Encontramos entonces un camino, que ha sido recientemente mantenido para tener acceso fácil a nuestro destino final. El sonido del agua que se estrella en las rocas nos mantiene en permanente calma, en las laderas de los cerros se sostienen caprichosamente algunas plantas espinosas y otras de flores amarillas; el cañón parece crear un microclima especial, lo que hace posible el desarrollo de este tipo de plantas que no se encuentran en otras zonas de Santa Lucía.
Ascendimos casi hasta los 4020 msnm, entonces distinguimos poco a poco la catarata del Hatun Phausa, similar a un collage de fotos en secuencia. Al llegar a nuestro destino, nos recibe el estruendo de las aguas que revientan en la base del suelo y levantan un polvillo fino, creando una suave neblina que se evapora conforme asciende hacia las rocas altas. Desde lo alto, como si se tratara de una especie de garganta, cae en vertical el agua hasta la base de la catarata. Es una caída de más de ciento veinte metros. Una vez dentro del corazón de la montaña, labrada por milenios por el agua, uno se siente como si estuviera dentro de una catedral gótica: las paredes rocosas parecen envolvernos como un útero materno. En la base se distingue claramente un altar de roca natural, como una mesa de ofrendas donde rebota el agua.
El nombre de Hatun Phausa no tiene una traducción exacta o, tal vez, esta antigua palabra quechua perdió su significado, con el paso del tiempo. Mas, algunos pobladores afirman que phausa es una palabra onomatopéyica, que representa el sonido del agua al caer al suelo; sin embargo, otros afirman que significa ‘gran caída de agua’ o ‘gran catarata’. Cualquiera sea el significado, este lugar no deja de sorprendernos como una maravilla que la naturaleza nos regala y que se merece conocer.

Caída vertical de la catarata del Hatun Phausa
CÓMO LLEGAR
En la ciudad de Juliaca se toma unos minibuses, tipo combi, que salen de su paradero frente al Cementerio General. En aproximadamente cuarenta minutos se llega a la ciudad de Santa Lucía; ahí se puede tomar un taxi que los lleve a realizar el recorrido, que dura alrededor de los cuarenta y cinco minutos a una hora.

RECOMENDACIONES
• En vista de que este circuito no es conocido por operadores turísticos, se recomienda solicitar en el edificio de la Municipalidad la ayuda de algún poblador local que los pueda guiar.
• Debido a la altura en que se encuentra Santa Lucía, es imprescindible realizarse un chequeo médico previo, para evitar los problemas de salud; además de llevar los medicamentos recomendados para el mal de altura.
•Si se visita durante los meses de diciembre a abril, se debe considerar llevar ropa adecuada por las precipitaciones fluviales. Por su parte, en los meses de mayo a noviembre, se necesita un sombrero para protegerse del sol. En ambos casos, se requiere de ropa abrigadora.


EN MEMORIA DE DON SANTIAGO ROJAS

Miguel Rubio Zapata(*)


Santiago Rojas, cusqueño, paucartambino de nacimiento, aprendió desde pequeño el oficio de las máscaras al lado de su padre. Don Santiago, gran maestro de la artesanía, es el creador de las máscaras que identifican a los personajes de la Fiesta de la Virgen del Carmen, en Paucartambo. “Mi padre hacía máscaras para el Baile de los Viejos (machutusuj), desde chico lo vi trabajando. Yo comencé a hacer máscaras porque ya nadie quería bailar de Diablo en Paucartambo, no había quién se animara, entonces nos reunimos en asamblea y acordamos sacar la comparsa. Yo tenía que hacer las máscaras y he pensado mucho en cómo hacerlas y de tanto pensar hasta tuve un sueño: una máscara me apretaba el pecho, hasta que quedé sonámbulo.
Así, de tanto pensar, me puse a hacer los moldes de barro para mis primeras máscaras que fueron de saqras. Con expresiones rabiosas,hice tigres y pumas con culebras saliéndoles de la boca, sapos en la frente, arañas y hasta un elefante, con un negrito que se estaba enroscando en su trompa. Eran máscaras de sombrero de paño con ojos de vidrio, de focos de luz, los dientes eran colmillos de espejos. Las vendía a veinte soles y les pareció muy caro. Los saqras van por los techos porque la Virgen no quiere ver al Diablo”.
Visitar a don Santiago Rojas ha sido para mí un ritual personal cuando voy al Cusco. Ahora me cuesta pensar que ya no está, que no lo voy a encontrar en su taller de la calle Suytuccato 715, en el barrio de artesanos de San Blas, ni en su casa. Don Santiago, también perennizó los personajes de la Fiesta de la Mamacha Carmen en pequeñas esculturas, donde podemos ver a los danzantes con sus trajes completos y accesorios. Gracias a esos trabajos, sabemos de la transformación de estos personajes en el tiempo y vemos cómo se han modificado. Este registro de la iconografía de todo el personaje demuestra que don Santiago tenía muy claro que, enmascararse, no solo es cubrirse el rostro, sino que involucra toda la indumentaria del danzante; incluyendo máscara, peluca, pañuelo, guantes, entre otros.
Un requisito para confeccionar una máscara es conocer en detalle lo que el personaje hace, cuenta y representa; por eso, cuando hablábamos de sus máscaras siempre se refería al personaje como un todo, con las características de cada uno de ellos y cómo esto repercutía en su confección. “Los majeños –decía– representan a los arrieros borrachos; comerciantes que venían de Majes a Paucartambo trayendo un licor dulce para vender y ellos, a cambio, se llevaban el qosñipata, que es un licor de caña. El chucchu o palúdico aparece picado por los moscos; son tuertos, hinchados por el paludismo; representan a los que iban al valle a trabajar, se encontraban con esa enfermedad del paludismo y morían cerca de Tres Cruces. Los envolvían en unas frazadas y los enterraban en el camino. Hay un personaje que es el Viejo, que lleva dos árboles como bastones y le da terciana, otro le hecha aire y detrás va una enfermera que los persigue”, explica a grandes rasgos el significado de algunas de ellas.
Don Santiago solía tener sobre la mesa de su taller varias máscaras de materiales diversos: de yeso, de sombrero de fieltro, de papel encolado, etc., y variados motivos: de negro, de sagras, de damas, de caporal de contradanza, entre otros. Era una manera de tenerlas cerca para ponérselas y hablar de ellas con todo su cuerpo. Así, se ponía una de maqta (‘joven’) y decía: “Es jocoso, travieso y va haciendo reír a la gente”, o una de Diablo y daba algunos pasos de la danza: “[…] nosotros ensayábamos de paisanos y después nos poníamos la máscara; entonces salía diferente”. Me quedo pensando en cómo su noción de mascarero es integral, porque no solo incorpora el vestuario y los accesorios, sino que evoca en su cuerpo el cuerpo del danzante.
 –¿Qué danzas ya no hay en Pucartambo?–le pregunté una vez y me respondió de inmediato:
 –“Los quiscacakaq, que tenían en la espalda un pellejo de cuero y sobre él cargaban un espino. La gente se corría para no chocarse con las espinas. También los supapka, que cargaban unas bolsas; otro era el barbero, que se acercaba a la gente y le cortaba la mitad del pelo, o la mitad del bigote, y la gente se corría. Los herreros que bailaban con sus herramientas iban golpeando hierros y también hacían fogatas. 
–¿Todos llevaban máscaras?
–Sí, todos.
Don Santiago me contó que había por ese entonces, en Paucartambo, un subprefecto muy abusivo, que se apellidaba algo así como Perdiz. Él, como una secreta venganza, hizo una máscara de majeño con su cara, cosa que no le gustó al señor Perdiz y, en plena fiesta, una pareja de guardias se lo llevaron ante la autoridad. El subprefecto, cuando estuvo ante él, le dijo: “Así que este es el bandido que ha hecho mi careta”.
 –Y me metieron al calabozo. La gente, los de la comparsa y la del pueblo, se movilizaron y lograron sacarme.
Muchas historias, muchos recuerdos se me agolpan ahora que lo evoco. Santiago, maestro querido, gracias por la obra que nos dejas. Tus máscaras seguirán bailando en Paucartambo para celebrar a la Mamacha Carmen. Allí te recordaremos siempre.


Majeño, personaje que representa a los arrieros comerciantes  de alcohol


* Miguel Rubio Zapata es director, maestro e innovador teatral. Dirige al grupo Cultural Yuyachkani, creadores de las más representativas obras de teatro, que son patrimonio cultural del país. Ha escrito los libros: Notas sobre teatro, El cuerpo ausente (performance y política), Raíces y semillas (maestros y caminos del teatro en América Latina).


SIGNIFICADO DE REGALAR EN NAVIDAD

Dr. Frailán M. Flores Castañeda
Psicólogo C.Ps.P. 6169
Pongámonos a pensar en el significado que puede adoptar un simple tronco de árbol, seco y apolillado, en diferentes circunstancias. Desde un objeto inservible que debe ser desechado, para muchos; hasta un instrumento de salvación para otros, solo imaginémonos ese mismo tronco en medio del mar, cuando alguien se está ahogando.
Es que ese alguien vería en ese tronco seco, algo a qué aferrarse para lograr su salvación: un salvavidas, un flotador que le permitiría respirar un poco más y seguir “viviendo”.
Sírvanos este ejemplo para relacionarlo con la fiesta navideña, donde el verdadero espíritu de paz, amor y esperanza, en muchas ocasiones, queda en un segundo plano; así tendremos casos en que…
• La Navidad se resume solo a un regalo. Y el regalo se convierte en el flotador para aquella familia en donde el padre está cada vez más distante y ausente de sus hijos.
• Los regalos navideños tienen numerosos significados y sentidos, que son particulares a las personas. Por lo que sea, dicho acto, por lo menos en forma transitoria, logra que las personas se sientan bien. Sin embargo, en honor a la verdad, cada persona busca no solo cumplir con una tradición, sino en estabilizar sus propias emociones y las ajenas.
• El regalo genera un efecto placebo, que nos impide en estas fechas darnos cuenta y reflexionar sobre las dificultades que encuentran algunos padres actualmente para comunicarse e interpretar los sentimientos, tanto propios como de los demás. Dificultades a las que los psicólogos llamamos “incapacidad para intimar y ponerse en contacto con nosotros mismos y con los demás”.
E inconscientemente dejamos de mirarnos y mirar nuestro entorno familiar, distanciándonos emocional y afectivamente de aquellas situaciones de las que nos toca hacernos cargo, y en las que realmente debemos involucrarnos emocional y afectivamente. Privilegiando el regalo, e impidiendo a los niños aprender nuevas y diferentes formas de expresar sus sentimientos, en situaciones propias de la sociedad en la que nos hallamos inmersos. En donde cada vez tenemos menos espacio para “el nosotros”; por el alto compromiso afectivo y emocional que este “nosotros” implica, y nos quedamos solo en el “Yo” y el “Tú”.
Es importante analizar y reflexionar sobre cuál es la relación entre el regalo y las emociones. Sobre todo ahora en que muchas personas están expuestas a situaciones adversas, generadoras de ansiedad, estrés, frustración, ira, negación y represión.
Dentro de una sociedad consumista, más preocupada por el “hacer y tener”, que por el desarrollo del “ser”, y en donde el regalo compensa nuestra inhabilidad para intimar y nuestra incapacidad de ponernos en contacto con el otro ser humano. Cada vez somos más impersonales, cada vez nos involucramos menos con el otro ser humano; por lo tanto, nuestras relaciones están expuestas a esa sensación existencial de “vacío” y “soledad”. En esta fecha se pretende, por medio del regalo, compensar ese “vacío” (en lugar de compartir momentos que construyen historias que nos llenan toda una vida).
Es de esta manera que los patrones mal adaptativos que se privilegian son asimilados, repetidos y transmitidos por generaciones. Dejando de tener en cuenta que en el seno de la familia el niño establece su relación con el mundo, aprende a contener los problemas y adquiere comportamientos que, al reiterarse, devienen en rasgos del carácter. Y, sobre todo, entender que los patrones de conducta desviados que se establecen en la infancia tienden a persistir a lo largo del desarrollo de la vida.
No olvidemos cómo estas dificultades que presentan los adultos para rescatar el verdadero significado de la Navidad y el porqué de sus regalos, repercuten en la conducta y comportamiento de los niños. Sobre todo cuando decimos que el regalo no es el salvavidas; solo es un placebo en nuestras relaciones familiares. Y que necesitamos desarrollar y fortalecer la comunicación y expresión afectiva dentro de la familia, orientada a promover el desarrollo de la habilidad para intimar y de la capacidad de ponernos en contacto con el otro ser humano.
Es necesario reflexionar al respecto, y más dentro de un contexto en el que cada vez hay mayores casos de niños que intentan suicidarse, y donde siempre estos intentos obedecen a actos impulsivos desencadenados por conflictos familiares que nunca serán resueltos tan solo con un regalo. Es importante darse cuenta que, detrás de ese regalo, debe existir siempre una historia en común, que trascienda lo material y rescate a ese ser humano que existe dentro de nosotros.
Sin duda que la Pascua es feliz y todos intentan serlo a su modo. ¡Feliz Navidad!


CÓNCLAVE CULTURAL DEL ALTIPLANO
UN ENCUENTRO CON LOS MAESTROS DEL ARTE Y LA CULTURA DE PUNO


El Cónclave Cultural del Altiplano es un evento que gira en torno a la festividad de la Virgen de La Candelaria, con la finalidad de reunir a los principales maestros y gestores del arte y la cultura en el departamento de Puno, y a través de ellos conocer los secretos más profundos que se encuentran detrás de la festividad. Puntualizamos en que la fiesta no solo es baile, música y alegría, sino también un movimiento social donde se mezcla lo ritual y lo pagano, la devoción y la obscenidad. Si bien esta celebración tiene aires modernos, muy pocos conocen realmente el significado de rendir culto a la Virgen María de la Candelaria. Por otro lado, estos últimos años, esta fiesta ha atraído a  centenares de visitantes, que vienen a presenciar los festejos. A través del presente evento, buscamos que las personas que asisten al Cónclave Cultural del Altiplano participen en la fiesta de manera activa, involucrándose con todos los aspectos del desarrollo de la fiesta; para ello, se está organizando un nutrido programa, el cual comprenderá un seminario pedagógico con ponencias de maestros e investigadores conocedores de la fiesta, talleres de danza y máscaras, ceremonias de ofrenda y limpieza energética, visitas a las comunidades de los habitantes del lago Titicaca y centros ceremoniales que no están dentro del circuito oficial de turismo.
A este evento podrán asistir artistas, actores de teatro, bailarines profesionales, músicos, investigadores, entre otras personas de cualquier nacionalidad, a quienes les interese aprender y conocer la cultura del Altiplano, a través de la festividad de la Virgen de La Candelaria.

FICHA TÉCNICA:
Fecha: Del 01 al 12 de febrero del 2013.
Lugar: Ciudad de Puno.
País: Perú.
Participan: Artistas, maestros e investigadores de la cultura puneña.
Organiza: YMAGEN
MÁS INFORMACIÓN:
http://ymagenperu.blogspot.com
Teléf.: 01-262-6290



LIBROS

El Pez de Oro
Este es un libro clásico de la literatura puneña y latinoamericana. Gamaliel Churata, cuyo nombre verdadero es Arturo Peralta Miranda (1897-1969), describe mejor que nadie la cosmovisión del hombre del altiplano, inmerso dentro de la cultura universal. La presente edición fue elaborada por nuestro querido escritor, poeta y periodista aimara José Luis Ayala, con comentarios críticos para entender en toda su magnitud la obra de Churata.




Raices y semillas
Miguel Rubio, maestro y director teatral, nos hace esta tercera entrega de sus escritos, que son una reflexión de su prolífico trabajo como creador teatral.
Raíces y semillas, es una recopilación de notas de trabajo, crónicas y entrevistas a destacados maestros del teatro latinoamericano, que nos permiten acercarnos de una manera íntima y personal a los maestros que han abierto y transitado los diversos caminos del arte teatral en nuestro continente.



Cultura andina
El doctor Demetrio Roca Wallparimachi, exrector de la Universidad San Antonio Abad del Cusco, publica este libro que contiene una compilación de excelentes ensayos, sobre costumbres, mitos y ritos, danzas y personajes, de la zona del Cusco y Puno. Asimismo es una visión integral del desarrollo cultural del hombre andino.
Cultura andina es un trabajo laborioso de décadas de estudio realizados en el campo por el autor.





NUESTRO SIGUIENTE NÚMERO,
ENERO 2013
  • La fiesta de la Virgen de la Candelaria
  • La danza de la diablada, una danza con polémica
  • El Maestro Edwin Loza Huarachi
  • Mochumí, la otra fiesta de la Candelaria
CIERRE DE EDICIÓN: 20 DE ENERO 2013

lunes, 3 de diciembre de 2012

NOVIEMBRE 2012





CARTA DEL EDITOR
LA CULTURA COMO INDUSTRIA
Un firme propósito nos impulsa a crear un medio como Ymagen, que es hacer de él una herramienta que ayude a fomentar la cultura y el buen vivir en nuestro país. A menudo, me pregunto si es posible hacer de la cultura una industria en nuestro medio; la respuesta la he encontrado en las diversas experiencias vividas en muchas ciudades del mundo, a las que tuve oportunidad de visitar y conocer, donde su principal motor económico gira en torno a su patrimonio y actividad cultural, generando empleo y bienestar para sus habitantes.
El Perú no está exento de este gran potencial, somos un país cimentado en un gran legado cultural ancestral; asimismo, la llegada de la cultura europea ha permitido, en buena medida, un intercambio entre ambas; nuestros antepasados supieron, inteligentemente, adoptar lo foráneo: adaptarlo y hacerlo suyo; así nació una nueva y rica manifestación en todas las disciplinas del arte. Aún hasta ahora, tomamos lo que este mundo globalizado nos muestra para hacer estupendas creaciones.
Solo existe una amenaza, que limita el avance de esta industria cultural para que alcance el lugar que se merece. Hace tiempo, cierta autoridad local ensayó una frase que ha pasado a ser parte del habla popular, en ocasión de un petitorio de retribución económica para una presentación artística: “A esos artistas no hay que pagarles; denles su sándwich, su gaseosa y punto. El arte debe ser gratis para el pueblo”. Dicha conjetura significó, no solo una ofensa a mi persona, sino a todos los profesionales artistas y colegas. Es este tipo de pensamiento, el que daña profundamente toda acción o propósito de generar una industria cultural; mientras no se reconozca a la actividad artística como un servicio que renta grandes beneficios a una ciudad, sus habitantes siempre estarán condenados a consumir productos enlatados foráneos a manera de comida “chatarra”.
Se hace necesario que aprendamos a consumir y valorar lo que laboriosamente producen nuestros artistas; al respecto, no solamente me limito a las disciplinas directas del arte sino también a todos los rubros, desde la artesanía pasando por las artes plásticas, las culinarias, la música, el cine y, finalmente, las artes escénicas.
Ymagen se plantea dinamizar esta industria que no contamina y genera grandes beneficios a la humanidad. Por ello, invitamos al sector empresarial, instituciones públicas y privadas, a aunar voluntades y fuerzas en este propósito, por intermedio de esta revista; lo cual beneficiará, mutuamente, tanto a ustedes como al público usuario.

Amiel Cayo
amielcayo@yahoo.es



CARTAS

Sé que pronto saldrá a la luz el primer número de la revista Ymagen,  dirigida por mi amigo Amiel Cayo. Desde Puno le deseo a Amiel muchos éxitos en esta empresa formadora de conciencia nacional y de identidad que, aunque poco lucrativa, sabrá reconfortar a sus mentores el hecho de ser aceptada por los intelectuales, artistas y público en general y, particularmente el de Puno. Conocidos los ideales y la fe de Amiel, no dudamos que Ymagen sea acogida de tal forma que esta epopeya dure muchísimos años.
Escritor y profesor de la UNA-Puno

Tengo el enorme agrado de saludar en la distancia a Amiel Cayo y a todo el equipo que compone Ymagen. Hacía falta que alguien aglutine todas esas innovadoras ideas y las ponga al servicio de la población, para comenzar una andadura de amplio calado social, que represente un auténtico cambio, a la vez que cree conciencia, progreso y un dinamismo colectivo acorde con el siglo que nos toca vivir. Que la revista sea un medio múltiple de perseverar en la búsqueda de una identidad cultural que ayude a comprender mejor la realidad social de la región y que, a la par, fomente un turismo responsable e inteligente que repercuta en el bienestar de la gente. Sin duda, la labor que desempeñará Ymagen cobrará una dimensión cada vez más considerable, con la ardua labor de todas las personas implicadas en el proyecto, con el respaldo de la población y, esperemos, también con la ayuda de las instituciones estatales. ¡Buena singladura!
Leo Cáceres
Cineasta, San Sebastián-España

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PUNO HISTÓRICO



José Morales Serruto
Los orígenes de P’uñuypamapa (Pascana o Tambo) se remontan a lejanos años. La historia no ha podido registrar sus huellas.
Los incas conocieron de su existencia como un lugar de obligado descanso en su largo peregrinaje desde Cusco para llegar a la cuna sagrada de los fundadores del Imperio incaico. Más importante aún, porque fue desde siempre el emporio de gran riqueza que asombró a los emperadores quechuas, por la magnificencia de sus minas y la pureza de su plata, que servía para orlar los templos de la Mama Pajjsi-Mama Quilla (Madre Luna) y la Coya (esposa del Inca). Por sus extraordinarios rebaños de camélidos, que proveía la mayor y fina producción de lana, para atender las necesidades de vestido y carne del Imperio. Por su extraordinaria y desarrollada agricultura, que floreció en sus ancestrales andenes y waru warus. Su incomparable y monumental arquitectura, y mucho más.
En 1534, los españoles informados por los quechuas de su gran importancia económica, iniciaron su invasión encabezados por Fr. Tomás San Martín, y se asentaron en Paucarcolla, Acora, Ilave, Chucuito, Juli, Pomata, Zepita y Yunguyo, donde construyeron sus conventos y templos que son verdaderas joyas arquitectónicas religiosas de la colonia.
En mayo de 1557, la bella princesa Malika revela el sagrado secreto de la existencia de las minas de Laykakota (minas del Lago Embrujado), por amor al soldado español José Salcedo. Lugar en que, a la usanza española, fundaron el primer asiento minero español en Puno, que bautizaron como San Luis del Alba, que años más tarde se convertiría en el centro de la codicia española.
El primer día de su explotación, cuentan que extrajeron de estas minas noventa y tres botas de plata de extraordinaria pureza y una pieza de gran tamaño que fue sellada como barra elaborada para enviarla como regalo al Rey de España.
Raudamente, el nombre de San Luis del Alba se conoció por sus bondades. En 1668 alcanzó una población de más de diez mil habitantes, que lo convirtió en el centro de la codicia de andaluces y vizcaínos quienes animados, por la sed de riqueza fácil originaron constantes y cruentos encuentros bélicos entre españoles.
El 12 de octubre del mismo año, el XIX Virrey Conde de Lemos, apelando a la calumnia e insaciable codicia por las minas de plata, ordena ejecutar a José Salcedo y destruir sus casas, además de las principales viviendas de San Luis del Alba, para sembrarlas de sal y ordenar el traslado de su población hacia el lugar donde actualmente se levanta la ciudad de Puno.
Desde 1847, Puno inició su transformación urbana, con la administración del prefecto, Coronel Alejandro Deustua.
A su llegada, los peninsulares en su proyecto evangelizador impusieron a la Virgen de la Candelaria, como patrona de los indios en sus fiestas de la Anata. Les asignaron una pobre y rústica capilla para su culto en la plaza San Juan, hoy Parque Pino.
En 1781, fecha de la rebelión de Túpac Amaru, los mestizos, atemorizados, se encomendaron a la milagrosa patrona de los indios, hasta rendirse a sus pies.
Para 1884, en el mes de febrero, incursiona en Puno el ejército chileno, para marcharse finalmente derrotado por la astucia de su párroco. Desde entonces, los puneños, sin distinción de raza, sexo, edad o condición económica, visten de luces para bailar en honor a su Mamacha, su Mamita Candelaria, en cada octava.



EL NOMBRE DE PUNO


Ignacio Frisancho(*)

Lo que fue de Puno, antes de la llegada del Conde de Lemos, ha sido motivo de muchas discrepancias, y pese a que su existencia es ya un hecho probado; su calidad y rango, al parecer, todavía no lo es.
 Esto me ha inducido a someter  lo que al respecto se dice, a un estudio crítico para tratar de obtener la inferencia de mayor probabilidad, en la esperanza de que algún día esto sea documentalmente corroborado. José Antonio Encinas (1918) dice en su Historia de la Fundación de Puno que las imágenes que se encontraban en Layccaccota fueron traídas en procesión con acompañamiento del Virrey y de su séquito; dichas imágenes habrían quedado depositadas en una pequeña capilla que se encontraba en la plazoleta del pueblo de Puno, donde habría radicado el Virrey.
 “Era necesario reemplazar aquel pueblo destruido; señalar otro que fuese asiento de las autoridades, que lejos del oro, conservar la paz en estas regiones. Fijose para ello el Virrey en el pueblo de Puno, y así lo indicó en un bando que hizo pregonar”. Declaró así el Virrey, que el pueblo de Puno sería en lo sucesivo la capital de la provincia de Paucarcolla, y que en homenaje a Carlos II, el hechizado rey de España, llevaría el nombre de “San Carlos de Puno”, dejando a la iglesia bajo la advocación de San Carlos Borromeo, confirmándole luego el título de Villa.
 Emilio Romero (1928) escribió en su Monografía del Departamento de Puno que “[...] fijose para residencia del nuevo pueblo la aldea de Puno, que estaba consagrada a San Juan Bautista”.
 Torres Luna (1930) en su Puno Histórico, anota: “Son conocidos los detalles del ataque a Layccaccota en 1662, el establecimiento de los rebeldes en el pueblo que ya llamaban Puno. Esto, contribuyó en la formación del proceso contra los Salcedo, especialmente el alguacil y justicia mayor de Puno, San Juan de Molina”.
 El nombre de San Carlos que bautizó al pueblo, surgió porque la capilla ya estaba bajo la advocación de ese santo y porque se declaró a Puno capital de provincias.
 Lohoman Villena (1946) en su libro El Conde de Lemos afirma: “El 7 de septiembre de 1668 se halló de nuevo el Conde de Lemos en el lugarejo de San Juan Bautista de Puno”, donde prosiguieron ventilando las causas y dispuso que todos sus habitantes se instalasen a una legua de las minas, en el caserío de Puno.
Cuentas Ormachea en sus Apuntes para la Historia de Puno añade que: “El Virrey dejó para resguardar el orden, cuarenta hombres en el fuerte y cincuenta hombres en  el pueblo de San Carlos de Puno, que estaba ubicado sobre la antigua población de Puñuypampa”.
Resulta perfectamente lógico darle a un “pueblo”, con fines políticos, el título de Villa, mucho más si consideramos que no solo se le dio el título de Villa sino que se le designó como capital de la provincia de Paucarcolla.
 Creemos tener razón al decir que Puno, a la llegada del Conde de Lemos, no era un caserío ni una aldea, era un pueblo que pasó a ser villa y capital de provincia.
 Esta presunción se hace más consistente si consideramos que en documentos anteriores a 1668 ya se le menciona como pueblo y como tambo; es decir, como lugar de reposo obligado para los viajeros.
Respecto a su nombre, se le llama “Puno” (Encinas, Basadre, Torres Luna), “San Juan Bautista de Puno” (Romero, Lohoman, Villena) y Puñuypampa (Cuentas Ormachea).
Se dice que el Conde de Lemos le mandó añadir el de “San Carlos de Puno”, en lo que están de acuerdo todos los autores.
 Sin embargo, quienes hemos tenido  la oportunidad de revisar algunos documentos posteriores a la llegada del Conde de Lemos, nos hemos encontrado con que el nombre que se le daba era el de “Villa de la Concepción  y San Carlos de Puno”, y algunas pocas veces simplemente el de “Villa de Puno”.
 Inferimos de aquí que el nombre de Puno, que se transformó en villa en 1668, fue en sus inicios hispánico,  como “Puno” (quizás ante el de P’uyñu, ‘cántaro’, o el de P’uñuypampa, ‘planicie de reposo’, ‘lugar para dormir’). Luego que se establecieron los primeros españoles, y comenzaron a explotar las primeras minas y socavones, pasó a llamarse “pueblo de Nuestra Señora de la Concepción de Puno” y, algunas veces, “Pueblo de San Juan Bautista de Puno”. Por los nombres que se les dio a sendas minas de los cerros de Laiccaccota y Uncalliri, respectivamente.          
  • (*) Ignacio Frisancho, periodista, maestro, jurista y filántropo puneño. En 1928 funda Los Andes, principal diario de Puno. En las aulas carolinas forma el espíritu de la juventud puneña y como jurista es uno de los más prestigiados, fundador del colegio de abogados de Puno.


PUNO EN CIFRAS

UBICACIÓN

Latitud Sur                             16° 33’ 42”
Latitud Oeste                         69° 02’ 20”
Altitud                                    3809 msnm
Clima                                      Frío Seco
Temperatura máxima         15 °C

ACCESIBILIDAD

VÍA ASFALTADA
Lima-Puno               1303 km
Arequipa-Puno           294 km
Cusco-Puno                394 km
Juliaca-Puno                 44 km
Puno-Desaguadero     153 km
Puno-Yunguyo              120 km

VÍA FÉRREA
Arequipa-Puno
Puno-Cusco-Machupicchu

 VIA AEREA:
 Lima-Arequipa-Juliaca


Llachón… para volver siempre


        
          Christian Reynoso
Escritor y periodista. Autor de la novela Febrero lujuria (2007) 
Una nube de polvo color café, patidifusa y cimbreante se levanta, al fondo de la carretera de trocha obstruyendo la visión del paisaje. El conductor detiene la marcha del bus y espera a que se difumine para pisar otra vez el acelerador. Un olor a tierra invade la cabina y, poco después, un fino polvillo dorado hace toser a los viajeros. Sabor a tierra altiplánica en las gargantas.
Por la ventana del lado derecho, se ve muy cerca el lago Titicaca, crujiente de pequeñas olas. La orilla, adornada de una arenilla blanca, cobija unas lanchas ancladas en unos embarcaderos artesanales; más allá, unas vacas miran el horizonte, petrificadas, como si solo estuvieran ahí para adornar el paisaje.
El conductor del bus anuncia que hemos llegado al primer paradero de Llachón. Entonces el paisaje se ilumina con una potente luz plateada, hermosa, que se levanta de las aguas del lago por el reflejo del sol. Magia lagunera. Hace dos horas que hemos tomado el bus en Puno para poder llegar a Llachón.

***

La comunidad rural de Llachón –reconocida como centro poblado–, está ubicada en la parte sur, que termina en una punta, de la península de Capachica, en el distrito del mismo nombre que pertenece a Puno. Se llega por vía lacustre desde los puertos de Puno, Taquile o Amantaní; o por vía terrestre, desde Puno o Juliaca. Si se opta por esta vía, primero habrá que llegar a Capachica, pasando por Huata y Coata, para allí tomar otro bus que nos conducirá a Llachón.
   En los últimos cinco años, Llachón se ha convertido en un destino turístico con un gran potencial debido a su ubicación, clima y paisaje. Es lo que llaman, en términos de marketing “ecoturismo vivencial”, aunque para quienes hemos ido, sea más una experiencia de bello sosiego, tranquilidad y admiración por el vasto paisaje titicaquense, además de la camaradería de sus habitantes.
Pero Llachón es aún poco conocido y visitado en el gran circuito turístico nacional, y mucho menos suscita el interés de los propios puneños. Aunque, ciertamente, el público objetivo que más les atraiga a los llachinos sea el extranjero, que llega al lugar como parte de un paquete que incluye otros puntos de visita dentro del turismo desarrollado en el lago Titicaca. Las grandes delegaciones llegan solo para la hora del almuerzo, mientras que algunas otras se quedan entre uno y dos días.
Si bien los habitantes quechuas de Llachón se dedican a la agricultura, ganadería, pesca, artesanía y textilería, poco a poco se han visto en la necesidad de integrarse a esta dinámica turística, para “no quedarse atrás y perder platita”. Han empezado a construir en sus casas y terrenos, hospedajes y restaurantes que no rompen para nada el entorno paisajístico y que tienen las comodidades más básicas, para poder recibir a los visitantes. Así, hoy Llachón cuenta con al menos doce casas hospedajes en distintos lugares de la zona, ubicadas de cara al lago Titicaca y a lo que se conoce como “la playa”.
Valentín Quispe fue el pionero en apostar por esta visión turística de Llachón. Al comienzo, obtuvo resistencia pero con el tiempo fue comprendido e imitado. Ahora hay todo un trabajo conjunto y articulado a través de la Federación de Turismo Rural de Llachón. Por suerte, hasta el momento no ha ingresado la inversión privada y ojalá nunca lo haga. De hacerlo, seguro con una visión puramente economicista, podría contaminar la armonía del emprendimiento turístico de sus pobladores y monopolizar los ingresos, además de amenazar el de hábitat de la avifauna y el ecosistema del lugar, por ser centro de gravedad de la zona de amortiguamiento de la Reserva Nacional del Lago Titicaca, y considerado de “importancia internacional” por la convención Ramsar, 1971, Irán (1).

***

La vista que se ofrece desde las casas es hermosa. El lago Titicaca en su plenitud, la isla Taquile, y, en la gran lejanía, a lados opuestos, la cordillera boliviana y la ciudad de Puno. Algunas lanchas surcan las aguas de vez en cuando. Si avivamos el oído, escucharemos el canto de los pájaros y el sonido del viento que, como un chicote, castiga a los árboles, haciendo que sus ramas se bamboleen de un lado a otro. Son los gemidos de la naturaleza.
El almuerzo comprende sopa de quinua y trucha frita con papas y arroz, todo preparado por la esposa de Valentín. Finalmente nos acompaña un sobrio mate de muña para la sobremesa. Caminamos por Llachón con absoluta libertad y sin ningún peligro. Para llegar a la plaza, se sigue a pie la carretera principal. A mitad del camino se levanta un gran arco de piedra que da la bienvenida al pueblo. Su piedra brilla mostrando adornos cincelados de chakanas, además de su decorado en la parte superior, con cantutas rojas y amarillas que le dan un aspecto colorido y acogedor. En la plaza encontramos la iglesia y la municipalidad; en el cercado, la escuela, la posta médica y las tiendas de abarrotes.
Al regreso, optamos por los caminos empedrados que hilvanan todas las casas de hospedajes y la parte de la playa. Nos cruzamos con algunas vacas, burros y chanchos que pasean igual que nosotros, guiados por sus dueños, llevando diversas cargas en sus lomos. Volteamos la mirada y, al frente se ve imponente la presencia de los cerros Carus y Q´eskapa donde existen restos arqueológicos.
El fuerte sol del nuevo día, nos empuja a darnos un chapuzón en el Titicaca. Al emerger, vemos cómo un inmenso pájaro, acrobático, planea desde lo alto del cielo hasta la orilla del lago, para luego reemprender el aleteo con holgura y elegancia. Su vuelo evapora las gotas cristalinas de nuestros cuerpos con olor a piedra y susurro de pasión. Aunque en ese momento no lo sabemos, un nuevo ser ha sido incubado en Llachón.


Nota:
(1). Ver: Graña, Alberto. “Ecoturismo vivencial rural: la promesa de Llachón y Ticonata”. En Revista Cabildo Abierto Nº 23. Mayo de 2007. Puno: Asociación SER.


 Humareda: El Perú como pintura
Auterretrato del pintor rodeado de sus personajes.
  José Luis Ayala
Víctor Humareda Gallegos es el pintor en cuya obra pictórica, el Perú aparece retratado en toda su dimensión artística: magia, poesía, desencanto social y tragedia humana. Su obra es el resultado de una experiencia directa y cotidiana, en la que el ser humano es el centro de su preocupación, observación y material de trabajo. Pintó al Perú tal como lo sintió: atrapado por la colonialidad que no somos capaces de superar.
   Iconoclasta, antisistema, díscolo, burlón, desclasado; renunció a toda clase de comodidades para sobrevivir y pintar. La crítica pictórica ociosa y siempre con criterio racista, no lo entendió y por eso quiso clasificarlo como moderno, con rasgos parecidos, por ejemplo, a Goya. De haber sido un pintor vinculado a la cultura oficial, hubiera sido seguramente agregado cultural y pudo quedarse a vivir, por ejemplo, en París.
   Pero no, fue fiel a su voz interior, a su modo de ver al Perú. Por eso, fue marginal y marginado; usó el humor para pintar y reírse de una sociedad que no soporta a los artistas que se burlan de ella. No es verdad que le gustara vivir así pobremente. Menos en un hotel, cuya habitación convirtió en taller y dormitorio. Tampoco es cierto que prefiriera pintar la realidad dura antes de “imaginar” para vender.
  Pintó como entendió al Perú de los marginados y desterrados, de personas estadísticamente muertas, pero que trabajan para sobrevivir con poco. Las mujeres, arlequines, barrios, casas y calles existen, son una realidad dolorosa. Es que así es el Perú de Humareda y de las miles de personas que aparecen en sus obras; aunque no les guste a los críticos, esa realidad persiste pese a los anuncios oficiales de un crecimiento económico ejemplar como indetenible.
    ¿Cómo definir la pintura de Humareda? En verdad, no es posible escribir una sola palabra o varias que expresen su estilo y lenguaje. Sin embargo, se puede decir que se trata de una expresión mágico-realista. Lo mágico procede del mundo andino y la realidad viene a ser la cotidianidad. Así, no se parece a ningún pintor de su generación, su pintura nada tiene que ver con sus contemporáneos, quienes renunciaron a esta clase de expresión para dedicarse más bien a la ficción pictórica.
    Gran actor de su propia tragedia humana. No se dejaba fotografiar si es que no se le advertía, tenía que posar, aparecer como un “loco sublime” para llamar la atención. De allí que no haya fotos de Humareda sentado o de pié, como lo hace la gente común. Entre el Perú, Humareda y su pintura, hay una relación indesligable: tragedia humana, poesía hecha pintura y marginalidad como signos de identidad plural.         
  • Víctor Humareda nació en Lampa, el 6 de marzo de 1920. En 1939 ingresó a la Escuela Nacional de Bellas Artes de Lima. Posteriormente, viaja a Argentina para complementar sus estudios; a su regreso, se hace huésped permanente del Hotel Lima, de La Victoria, donde su cuarto se convierte en taller y vivienda a la vez; lo cual afectaría gravemente su salud. Fallece un 21 de noviembre de 1986.
  • El Grupo Quaternario, importante colectivo de artistas plásticos de Puno, le rindió un homenaje en vida, dedicándole el II Salón anual de arte contemporáneo, en el año 1984; luego, a raíz de su partida, le dedica una muestra colectiva en febrero de 1987.




 
LIBROS
El cojudiómetro y los mejores cuentos
El destacado narrador Luis Gallegos nos presenta una selección de los mejores cuentos escritos durante su trayectoria; su lenguaje sencillo y ágil hace de su narrativa verdaderas historias de humor e ironía de la sociedad en la que vivimos.








La bahía
Feliciano Padilla perenniza en cortas historias, personajes y paisajes relacionados con el Altiplano puneño. Padilla, nacido en Abancay, se mimetiza con la cultura del Altiplano para crear su obra; un ejemplo es La Bahía, libro de cuentos.








Réquiem para un ex-alcalde
No hay duda de que los acontecimientos de Ilave, que tuvieron como resultado el ajusticiamiento y muerte del alcalde Cirilo Robles, constituyen uno de los hechos más controversiales de este nuevo milenio en el país. Luis Gallegos analiza profundamente los hechos que llevaron al pueblo ilaveño a realizar este acto tan cruel para el ser humano. Es de importancia conocer la historia para que no se repita.






Rotasión de las elipsis y otros contraensayos
El prolífico escritor y periodista José Luis Ayala, nos hace esta última entrega, que contiene textos relacionados con aspectos esenciales del proceso de descolonización, la educación, la política y la cultura. Es también una forma de pensar al Perú de los últimos años, en los que el autor, con criterio crítico, decidió incursionar desde los predios del periodismo, el ensayo y la ideología.